Reproducimos a continuación un artículo de Juan Manuel Berges Sánchez publicado en «Trashumancia en el Mediterráneo», monográfico coordinado por Pablo Vidal González y José Luis Castán Esteban y editado por Publicaciones de Rolde de Estudios Aragoneses, Instituto de Estudios Turolenses y Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, Número 16, Año 2010.
LA PRODUCCIÓN LANAR EN LAS TIERRAS DE ALBARRACÍN (SIGLOS XIV-XV): REPERCUSIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES[i]
Juan Manuel Berges Sánchez[ii]
1. INTRODUCCIÓN
Sin duda alguna, del negocio económico derivado del pastoreo del ganado ovino, el producto de la lana fue con creces el que aportó un mayor valor añadido a la economía de los ganaderos de la sierra de Albarracín en el período que tratamos[iii].
Las últimas décadas del siglo XIV inauguran un cambio de tendencia según se desprende del incremento de la demanda de la materia prima de la lana para abastecer las factorías textiles italianas. Se había producido una modificación sustancial del escenario comercial en Europa tras el parón exportador de la lana inglesa que hasta entonces tenía como destino la península italiana. Este fenómeno discurre paralelo a la recuperación demográfica, lenta todavía, y a la libre disposición de amplias áreas de pastizal para los rebaños en los montes de Albarracín. De esta manera estas tierras se convierten en el escenario elegido por los comerciantes para adquirir la lana producida por sus ganados. Su calidad y las favorables condiciones que presenta su medio físico para su desarrollo serán dos de las causas que favorecerán la atracción de los merchantes (Sesma, 2005), (Iradiel, 1986), (Igual, 2001).
2. LOCALIZACIÓN DE LAS PRINCIPALES ÁREAS DE PRODUCCIÓN LANAR
Pablo Desportes Bielsa ha establecido tres grandes zonas productoras de lana para el reino aragonés: Comunidades de Teruel y Albarracín, Daroca y Calatayud y el entorno de Zaragoza (Desportes, 1999: 182-183). No obstante la sierra de Albarracín también tenía definidas diferentes áreas de producción según se desprende de los documentos consultados[iv]. El profesor F. Melis ya citó los centros laneros que abastecían el mercado italiano en el siglo XV: Albarracín, Bezas, Bronchales, Jabaloyas, Orihuela del Tremedal, Saldón, Terriente, Torres de Albarracín, Villar del Cobo (Melis, 1974: 241-252). De la misma manera Enrique Cruselles ha identificado los centros laneros que abastecían el mercado valenciano en la primera mitad del Cuatrocientos. Del área que nos ocupa incluye aldeas localizadas en el área nororiental de la Sierra de Albarracín, en concreto pertenecientes a las sesmas de Bronchales y Villar del Cobo: Pozondón, Ródenas, Bronchales, Orihuela, Tramacastilla y Villar del Cobo[v]. Otra vía importante de acceso de los compradores de lana penetraba por el Rincón de Ademuz para contratar los vellones que producía el sector occidental de la Sierra. Varios “traginers” valencianos contratados por el comerciante Andreu Ortis, citan las poblaciones de esta zona de la Sierra donde recogen la lana: “en la serra de Albarrazí e en Xea, ço es en los lochs de Terrente, de Frías, de la Vall de San Pedro, de Jaualoyas” (Guiral-Hadzhossif, 1989: 108, nota 123).
Los comerciantes conocían, pues, con precisión en todo momento aquellas áreas donde pastaban las mejores ovejas merinas. Pedro Peniella de Albarracín y Mahomat El Calvo de Gea reconocen a Farón Barabón la deuda de 10 arrobas “como valga la lana de Frías y Villar”. Documento fechado el 12 de abril de 1456[vi]. Otros lugares que se toman como referencia: Gea, Jabaloyas, o incluso varios a la vez como se expresa en la venta que realizó Domingo Martínez de Terriente a Gonzalvo Ruiz de Teruel de 50 arrobas de lana el 6 de noviembre de 1422: al precio que venderán los vecinos de Bronchales, Monterde y Jabaloyas[vii].
3. LA CALIDAD DE LA LANA
Aunque los rebaños ovinos de la Celtiberia producían una lana basta y de color oscuro (Fernandez Otal, 2004: 42), la elevada cotización de los vellones de los rebaños de Albarracín ha sido pregonada desde antiguo (Asso, 1798: 108-109). La permanencia de la dominación musulmana sin duda contribuyó a esta mejora.
La diferente calidad de la lana dependía del grado de impurezas que presentaba el vellón[viii]. Cuanto más blanco y limpio fuese su aspecto, mejor precio podía alcanzar en el mercado. No obstante se hace una distinción entre lana sucia o lana por lavar, de la lana lavada. En general la entrega se hacía con lana sucia, aunque los documentos consultados son parcos en este sentido.
Los contratos incorporan expresiones precisas en relación con la calidad del producto: “Lana buena, blanca, fina, mercadera…”[ix], “a cómo serán las lanas de barbarán”[x]. La lana preferida procedía de la oveja merina porque tenía unos excelentes rendimientos[xi]. Esta clase de ganado ha estado circunscrito prácticamente a la sierra de Albarracín tal vez porque estas tierras se volcaron con la producción lanar. Blasco Vilatela nos detalla las características de sus vellones (Blasco, 1962: 18-19).
Tradicionalmente se ha considerado que el ganado merino de Albarracín recorría las cañadas que partían del sector occidental de la Sierra, mientras que los caminos cañariegos orientales eran transitados por ganado “raso” (Sánchez Belda y Sanchez Trujillano, 1987), (Sierra, 1987). No obstante, en general el ganado merino era trashumante mientras el estante era entrefino (Almagro, 2001: 241-242). Las primeras citas al ganado merino deben retrasarse al siglo XIV. Su implantación fue paulatina mediante el cruce con ovejas originarias del norte de África. Esta selección también se produjo en el ganado estante por lo que las aldeas mejoraron notablemente sus rebaños con destino a la comercialización de la lana (Sánchez Benito, 2001: 257-265). Tan solo hemos encontrado un documento que haga alusión expresa a la lana merina. Se trata de un contrato suscrito el 22 de enero de 1419 donde Sancho Fernández de Motos, vecino del Villar, se compromete a entregar a Domingo Fernández de Moscardón 6 arrobas de lana merina[xii]. La importancia de este documento estriba en que hasta la fecha la palabra merino aparece en documentos aragoneses de mediados del siglo XV, por lo que se trataría de una de las referencias más antiguas que poseemos sobre la lana merina en tierras de Albarracín (Julián, 1996: 24-30).
La lana se contabilizaba en arrobas del peso de la ciudad que equivale a 11,502 kgs. El 8 de marzo de 1468 fue enviado Juan de Sandalinas como mensajero del Común a las Cortes de Zaragoza quien aprovechó el viaje para adquirir una romana y doce pesas de hierro para pesar lanas por cuenta de la comunidad: ¿en este momento la institución de las aldeas gestiona ya la compraventa de lana de los vecinos del condominio? El documento así nos lo sugiere[xiii]. Basta recordar que el regidor Juan de Sandalinas pertenecía a la élite de los grandes propietarios de ganado ovino. Por este motivo se le descuentan diez días de salario por su dedicación al cuidado de su rebaño e incluso interviene en 1487 para prestar información ante el comisario del General para justificar la franquicia que se aplicaba a la lana de los ganados esquilados antes de arribar al reino de Aragón. A través de este documento podemos interpretar que estamos en los orígenes de la implantación del Monte de Las Lanas, una institución que creó la Comunidad posteriormente para comercializar la lana de todas las aldeas con el fin de conseguir unos precios más competitivos ante los compradores. Pero además este organismo desempeñó otro tipo de funciones sociales y financieras porque en ocasiones cuando la situación así lo requirió prestó dinero a sus miembros, por lo que algunos autores consideran el Monte de las Lanas como un antecedente del movimiento cooperativo. Una idea que ya abordamos en un estudio anterior (Berges, 1983: 128-129)[xiv].
4. IMPLICACIÓN EN EL COMERCIO LANAR. PRODUCTORES Y COMERCIANTES
Del análisis de una cincuentena de contratos podemos deducir que algunos miembros de las familias más influyentes instaladas en Albarracín estaban inmersos en este tipo de negocio. Los señores de Santa Croche, y los linajes Catalán, Sandalinas, Rodilla y Arganza, son los más representativos de la sociedad cristiana.
Los López de Heredia controlaban el comercio lanar limítrofe con Castilla[xv] así como el de las sierras altas de Segorbe (eran señores a su vez de Gaibiel). Un documento fechado en Teruel el 4 de enero de 1430 así lo manifiesta: Francesch Frayre, mercader de Segorbe, presenta una carta de protesta a Lope Ximénez de Heredia, señor de Santa Croche y Gaybiel, por la demora en la recepción de la mercancía de lana estipulada en un contrato, a quien el monarca dio licencia para vender la lana confiscada a su suegro el Caballero de Molina, procedente de los centros de Alustante, Piqueras y Adobes, localidades castellanas situadas en la raya con Aragón cercanas a Orihuela del Tremedal y Ródenas. En total se confiscaron 5.000 arrobas fijadas a 11 ss.[xvi].
Tal vez derivado de las operaciones comerciales del producto de la lana cristalizó a fines del siglo XV el matrimonio de Isabel de Heredia, señora de Santa Croche, con Pedro Torrero, mercader zaragozano, porque los Torrero participaron de forma activa en el transporte lanar con destino a Génova a través de factores ubicados en Tortosa (Zulacia, 1997: 72). De esta manera los señores de Santa Croche afianzaron su posición comercial hegemónica en el sector lanero pues desde su solar controlaban los centros productores de la Sierra de Albarracín y territorios limítrofes, mientras la familia Torrero gestionaba su transporte a tierras italianas en la capital del Reino, aunque lamentablemente este proyecto fracasó porque no tuvieron descendencia.
Los Catalán simultanearon las actividades de producción y distribución de la lana. Juan Catalán, mercader, vecino de Ródenas y ciudadano de Albarracín, vendió ciertas partidas de lana a Nicolás Contarín, de Venecia, ya fallecido, hijo de Pablo Contarín. Por convenio de 8 de agosto de 1422 se hizo cargo de esta deuda Marín Contarín, hermano del deudor fallecido[xvii]. De resta el referido Juan Catalán tenía 26 sacas de lana a su favor “e una romana en la qual se pueda pesar de nuestro en X rouas”[xviii]. Unos años después, el 19 de mayo de 1425, Antoni Guillen y Joan del Peral, pelaires de Segorbe, manifiestan la deuda de 200 arrobas al citado Juan Catalán (Aparici, 2001: 30).
Es evidente que mantuvieron relaciones comerciales con los López de Heredia con quienes incluso emparentaron. En un documento fechado el 25 de junio de 1502 Gil Catalán, hidalgo, recibe albarán de pago de 150 sueldos como cumplimiento de una clausula del testamento de Isabel de Palomar, su suegra. Firma como testigo Sancho de Angulo, mercader de Gerona, tal vez originario de uno de los centros textiles más importantes de Cataluña[xix]. Algunos miembros de la familia Catalán residen en Valencia desde donde organizan el puente comercial de abastecimiento de lana entre ambas regiones. En tierras de Albarracín los Catalán tenían propiedades en la ciudad, valle Cabriel, Orihuela, Ródenas y Bronchales. La masía del Cebrero era su heredad más emblemática. Pero además tenían intereses en Monreal del Campo y en el Maestrazgo castellonense cerca de Morella y San Mateo (Anglisuela, La Mata de Morella, Albocaçar, Tudolella y Sariñena), lo que sin duda demuestra que su patrimonio estaba diversificado en las principales zonas productoras de lana.
Otro documento que destacamos está fechado el 12 de noviembre de 1501 donde interviene Juan de Sandalinas, vecino de Terriente. Recibió 3.300 sueldos de Mateo Sánchez de Cutanda, arrendador del obispado, por resta de venta de lana[xx]. La lana era uno de los productos más importantes que engrosaba las partidas de recaudación de las rentas decimales. Por ello algunos miembros del cabildo se introdujeron dentro del circuito del comercio lanar. Juan Pérez de Arganza, calonge (1456, 1501); en otras el propio arrendador de los diezmos del obispado, Mateo Sánchez de Cutanda (1501, 1502) y Pedro Valero de Ruesta (1506). Incluso advertimos la intervención de miembros del clero rural en dicha actividad[xxi].
Otras familias como los Rodilla (carniceros, barberos) participan en este tipo de negocio en la intersección de los siglos XV-XVI. Algunos de sus integrantes residen en Daroca[xxii] y en Valencia[xxiii] lo que nos puede dar idea de la amplitud de su red comercial.
Otro colectivo importante lo forman todos aquellos miembros de los gremios vinculados a la transformación de la lana: pelaires, sastres, tintoreros… que intervienen en documentos con pequeñas partidas de materia prima destinada a abastecer sus centros de tratado: rara vez superan las 20 arrobas. Y por supuesto miembros de la comunidad mudéjar: Mahomat el Calvo de Gea, Alí Yuce, Famet de Ricla, son algunos de sus representantes (Berges, 2002: 17-18). El 3 de febrero de 1414 Francesc Mafomat compra a unos pastores de Albarracín, Martín Muñoz y Juan Jiménez, una mercancía de lana de 400 arrobas a través de Pere Maiques[xxiv]. Como dato relevante destacamos la venta realizada el 6 de septiembre de 1415 por varios moros de Gea de 360 arrobas de lana a Ramona de Rodes, esposa de Sancho Pelegrín, escudero de Teruel, previa entrega de 200 ff. de oro de señal[xxv]. Tal vez estuviesen emparentados con los Roda, familia de destacados mercaderes (Sesma, 2005: 923 y nota 78). Dentro de la aljama judía destacan Farón Barabón, Mose Somer y Simuel Trobado de la Portella[xxvi].
La cercanía con tierras de Castilla permitió la llegada de comerciantes de las zonas limítrofes. Martín de Salinas interviene a mediados del siglo XV con partidas importantes dentro del muestreo que hemos localizado: mercancías de 100, 152 y 46 arrobas de lana. Realizaba las operaciones financieras a través de Diego de Villarreal su representante comercial (fazedero) en tierras de Albarracín. Por otra parte Pedro Alfonso de Castiel era representante comercial de Pedro Balaguer[xxvii] de Valencia en el área SW turolense pues interviene en la collida de El Cuervo y la Hoya las Carrasca a mediados del siglo XV.
De la vecina Teruel destacan la ya citada Ramona de Rodes, muy activa a su vez en el comercio de paños, Juan Martínez de Santángel[xxviii], Juan Martínez de Marcilla y Juan de Puigmija, tendero. Hay que tener en cuenta que la ciudad de Teruel se había convertido por entonces en un consolidado centro productor textil (Falcón, 1993: 229-249), (Navarro y Aparici, 2005: 75-100). Uno de los contratos con mayor capital invertido está fechado en 1501: Luch Gregorio, mercader de Teruel, vendió a vecinos de Huélamo una partida de lana por importe de 12.000 sueldos[xxix]. Sus relaciones comerciales las tenía fijadas en tierras conquenses. Martín Hernández del Horno, vecino de Valdemeca, contrató una partida de lana a Luch Gregorio de Teruel valorada en 1.000 ss. Lo interesante del documento es la fianza que se fijó en la compraventa, entre otras… “unas prendas de panyo e lienco, a saber es, una saya de Brujas trayda…”[xxx]. Sorprende, pues, la cita de una prenda originaria de uno de los centros textiles europeos más importantes del momento. Este comerciante era propietario de la actual masía de Los Alamanes conocida a principios del siglo xiv como Casa de Las Enzebras, situada dentro del término de Rubiales limítrofe con Albarracín. Esta información nos induce a pensar que a través de este puesto estratégico, la masía de Lucas Gregorio, Las Encebras o de Los Alamanes, este comerciante controlaba el comercio de lana ya que estaba situado en un punto equidistante a mitad de camino de Teruel, su residencia habitual, Albarracín y las tierras limítrofes de Cuenca donde observamos que realiza operaciones en la frontera de Castilla.
La participación de judíos en la comercialización de lana es un hecho a destacar tal y como ocurre en otros ámbitos (Diago,1989: 44). Sin duda, el linaje Ruiz, familia de conversos descendientes de los Najaríes de Albarracín, debieron controlar durante el siglo XV un volumen importante del tráfico comercial, la lana entre otras materias, a pesar de la escasez de documentos que manejamos. Tenían contactos comerciales con Luis de Santángel, vecino de Daroca[xxxi]. Uno de los puntos de destino de sus mercancías era Zaragoza[xxxii]. El eje formado por el judío Farón Barabón en Albarracín, tal vez representante comercial de Gonzalvo Ruiz, escudero de Teruel, Luis de Santángel en Daroca y los señores de Santa Croche, emparentados con los Torrero y Catalán, controlorán una parte importante del comercio de la lana en el sur de Aragón con destino al mercado de Valencia y el Ebro[xxxiii].
Los herederos de Martín Ruiz tenían contactos comerciales estrechos con la empresa Ambrogio Ruffini radicada en Milán y con los Médici de Florencia por lo cual operaban en ciudades como Zaragoza, Valencia, Sevilla y Barcelona y plazas extranjeras tan importantes como Brujas, Londres, Roma y Bolonia. Por este motivo han llegado a ser considerados los comerciantes judeoconversos más importantes emigrados a Italia (Navarro, 2002: 113-114). Se han identificado algunas operaciones comerciales de este importante mercader de paños y lana en el eje Teruel, Valbona, Sarrión a través de la collida de Barracas con destino a tierras valencianas (Villanueva, 2005: 193-194).
Otro descendiente de esta familia interviene en el comercio de la lana y en la cría de ganado en la segunda mitad del siglo XV. Leonart Ruiz, vecino de Teruel, logra la intervención de Juan II el 29 de marzo de 1461 para recuperar nueve sacas de lana que le habían robado unos judíos (Lleal, 1997: 126-127). A este personaje lo vemos intervenir en tierras de Albarracín. El concejo de Jabaloyas le arrendó los pastos de la dehesa de Las dos Suertes del Medio de la Umbría el 6 de marzo de 1457 por el precio de 220 sueldos[xxxiv].
No cabe duda que existió una relación comercial estrecha con las tierras valencianas. La presencia de pelaires y mercaderes procedentes de la capital del Turia y del área limítrofe con Teruel en las aldeas de la Tierra así lo confirma[xxxv]. Aunque no hemos encontrado ningún contrato o referencia donde intervengan los Servent, importante familia de comerciantes zaragozanos de lana (Sesma, 2005: 923 y 926), (Sauco, 2005: 1249-1268), hemos identificado a Pedro Servent entre la lista nominal de los simpatizantes de los bandos que protagonizan la sentencia de Arnal de Eril de 1395, en este caso relacionado con los Monterde y Toyuela. El mismo formaliza como notario en 1397 la venta de la casa, dehesas y labor de la propiedad del Puerto a la ciudad de Albarracín[xxxvi].
No solo comerciantes zaragozanos sino venecianos (los hermanos Nicolás y Marín Contarín, 1422), florentinos (Joan Esteve, 1422) y catalanes adquirían los finos vellones de los ganados de Albarracín. El linaje de los Contarini patrocinaron el flete de algunos navíos que surcaban las rutas marítimas que partían desde Venecia[xxxvii]. Por otra parte, el catalán Francisco Bordils, pelaire de Bisbal, adquirió en 1518 una partida de 400 arrobas (Desportes, 1999: 66-67).
No debemos olvidar que la situación fronteriza de las tierras de Albarracín con los reinos de Castilla y Valencia fue un factor que propició el contrabando en todo el corredor territorial limítrofe. Una situación que tal vez se reprodujese de igual forma en tierras de Albarracín al hilo de ciertas declaraciones de los cullidores de mediados del siglo XV con respecto a los señores de Santa Croche (Lozano, 2005: 132-133,139 y 141).
5. FÓRMULAS DE CONTRATACIÓN DE LA LANA. PRECIOS
Las ferias eran el foro idóneo para establecer contactos comerciales. No solo las más cercanas de Albarracín y Teruel, sino incluso las de Daroca. Estas últimas, a mitad de camino de la capital del reino, sirven de enlace para suscribir contratos con comerciantes zaragozanos[xxxviii]. Estas transacciones eran comprometidas a través de factores comerciales como los Amigó y juristas como el notario Martín Pérez de Santacruz que tuvo una actividad destacada en el tránsito de los siglos XV-XVI[xxxix].
Los contratos de lana procedente de Albarracín son similares a los concertados en Castilla por cuanto suelen tratarse partidas de apenas 2 o 3 centenares de arrobas de vellones. Mientras en Teruel los cargamentos superan las 600-800 arrobas (Cruselles, 1996: 78). En general se realiza un pago previo como señal o refrendo de la contratación que en ocasiones suponía un 60% del precio acordado (Desportes, 1999: 187). Se trata, pues, de una comanda, una venta anticipada, donde el comprador entrega a cuenta parte o la totalidad del precio de la mercancía, mientras el vendedor se compromete a entregar la cantidad de lana especificada en las condiciones, fecha y lugar prefijados.
La fecha de pago coincidía con fechas del santoral una vez finalizadas las tareas del esquileo: San Juan: en general 8 o 15 días antes y después de San Juan, o bien se retrasa coincidiendo con la celebración de las ferias. Bajo esta fórmula de contrato de obligación de pago aplazado los comerciantes anticipaban parte del valor de la mercancía en el otoño o en la primavera a un precio inferior de mercado, pero a cambio los ganaderos podían utilizar este capital para realizar las inversiones más perentorias. Los ganaderos más pudientes podían esperar al año siguiente y vender sus vellones a precio de mercado. Mientras aquellos recurrían al anticipo para poder afrontar el coste de las provisiones del invierno a costa de renunciar a una posible alza de los precios (Sesma 1995: 241-245), (Cruselles,1996: 87). Una situación que se reproduce en tierras sorianas (Diago, 1989: 36 y 40).
Los precios de la lana oscilaron en función del mercado y producción. Tras el despegue de la segunda mitad del siglo xiv se observa un descenso sustancial entre las últimas décadas de la centuria y las primeras del siglo xv. En 1389 la lana de Albarracín se cotizaba en Barracas el Real a 17 sueldos 5 dineros, mientras entre 1420-1425 osciló entre los 14 y 16 sueldos. Será a partir de 1420 cuando se observe un incremento del precio de la lana (entre 19-25 sueldos para el período 1434-1440) alcanzando su cénit en la década siguiente (Cruselles, 1996: 87 y 95) donde se observa el ritmo ascendente de sus precios a lo largo de los siglos xv y xvi. Según Desportes (1999: 182) una arroba de lana originaria de Albarracín osciló entre los 30-35 sueldos a lo largo del siglo XVI.
Los documentos en general no precisan la calidad ni el tipo de lana, ni siquiera distinguen si está lavada o no, por lo tanto, las series no nos ofrecen una información precisa para poder realizar un estudio más profundo sobre la evolución de los precios de este producto en el período que tratamos.
6. Conclusiones
A pesar de la diferente calidad de los vellones, la comercialización de la lana producida por el ganado que pastaba en la sierra durante todo el año supuso un valor añadido para la modesta economía de los aldeanos. El anticipo de capital previo a la venta dinamizó las inversiones a escala local y sin duda fue uno de los factores que propició un posterior incremento demográfico y desarrollo ganadero cuando la demanda de los mercados externos así lo exigió.
Por otra parte, observamos cómo los aldeanos suscriben contratos de entrega de unas pocas arrobas de lana fina lo que nos sugiere que estos pastoreaban en las aldeas pequeños rebaños de apenas unas unidades o en el mejor de los casos decenas de cabezas de rebaño ovino. De esta manera se demuestra como los distritos rurales se especializaron en la cría de ganado estante destinado a la producción de lana de calidad que dio a sus propietarios un valor añadido a sus modestas haciendas a través de la comercialización de la lana.
Ello se tradujo en la creación de pequeños telares basados en el sistema verlangen que atrajo mano de obra femenina, sin duda, pero que también absorbió a aquellos aldeanos, no propietarios, que dependían de trabajos eventuales (tareas agrícolas, guarda del ganado, explotación forestal…), lo que favoreció una mayor estabilidad económica a las familias y en definitiva una mayor capacidad de ahorro que se vio reflejada en el dinamismo de las transacciones comerciales.
La fabricación de los famosos cordellates en pequeños centros de transformación ubicados en el medio rural así como la identificación de numerosos pelaires, tejedores, sastres, cardadores… en las aldeas son elementos suficientes para intuir la importancia que tuvieron en el siglo XV las actividades económicas ligadas a la transformación de la lana.
Sin duda los pactos del concejo de la ciudad de Albarracín con la Comunidad de aldeas plasmados en sucesivas sentencias arbitrales y ordinaciones negociadas con la monarquía coadyuvaron a que el territorio se articulase en torno al negocio pastoril para atender la demanda de los mercados periféricos. Las instituciones pastoriles, en particular la Mesta de Albarracín, serán las depositarias de la gestión de la actividad ganadera cuando los ganaderos disputen las instancias de poder a las élites dominantes (Berges, 2004: 263-363).

APÉNDICE DOCUMENTAL
22/01/1419
Sancho Fernández de Motos, vecino del Villar, se compromete a entregar a Domingo Fernández de Moscardón, pelaire, 6 arrobas de lana a pagar 15 días antes o después de San Juan. Recibe de señal 3 sueldos, otros tres los recibirá para el Carnaval y el resto a la entrega de la mercancía en el Villar.
A.M.Gea, Sección III-1, núm. 2, fol. 1
Día lunes a XXII de género.
Como yo Sancho Ferrandez de Motos, vezino del Villar, atorgo que devo dar e pagar a vos Domingo Fernandez de Moscardon, perayre, vezino de la dita ciudat, present, seys rovas de lana, buena, fina, merina e mercadera de la pesa e rova de la dita ciudat, las quales yo vos he vendido e vos de mi comprado a precio de onze sueldos seys dineros por rova e recibo luego de present de senyal e pago tres sueldos e que me dedes otros tres a Carnestultas primeras vinientes e la resta al recebir de la lana etc. Et prometo vos la dar e rendir en el Villar a la tisera en buen dia claro fasta el dia de Sant Juan primero, quinze días antes o quinze apres, en manera que vos seades contento e pagado etc. Et obligo a mi e a mis bienes, mandola fer bastant e el dito Domingo Ferrandez prometio de complir la paga segunt dito es. Testes Alfonso yerno d´Aparicio Martínez de las Heras del Villar e Domingo Martin d´Alcorroches.
BIBLIOGRAFÍA
Almagro-Gorbea, M. (2001), “La Serranía de Albarracín. Análisis etnoarqueológico de la ganadería en la Celtibera meridional”, en J. G. Pantoja (ed.), Los rebaños de Gerión. Pastores y trashumancia en Iberia antigua y medieval. Seminario celebrado en la Casa de Velázquez (15-16 de enero de 1996). Madrid, Casa de Velázquez, pp. 241-242.
NOTAS AL PIE
[i] Este artículo es un resumen del capítulo núm. 7 “La lana y su comercialización” de mi tesis doctoral leída en la universidad de Zaragoza en julio de 2007 bajo el título Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), publicada en CD por Prensas Universitarias de Zaragoza, ISBN: 978-84-7733-934-2, DL Z-3373-2007. Siglas: AHPT (Archivo Histórico Provincial de Teruel), A.M.Gea (Archivo Municipal de Gea de Albarracín), ARV (Archivo del Reino de Valencia).
[ii] Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
[iii] Sobre este territorio: Berges (2003)
[iv] Una cuestión que ya la apuntó Asso (1798: 109) Una cuestión que ya la apuntó Asso (1798: 109)
[v]. Agradecemos a Enrique Cruselles su amabilidad al proporcionarnos el mapa lanero incorporado en su tesis: Cruselles (1996: 76-bis) de donde hemos extraído la información
[vi] A.M.Gea, Sección III-1, núm. 6, ff. 37v-38.
[vii] AHPT, Sección 13/3, fols. 345-346
[viii] Sobre los procedimientos de transformación: Riera (2005: 841-901)
[ix] A.M.Gea, Sección III-1, núm. 6, ff. 55v y 70v
[x] 1457, noviembre, 11. Ibídem, Sección III-1, núm. 7, fol. 52v. Tal vez alu- diendo a una región europea famosa por sus paños: Brabante. Cifr. Sesma y Líbano (1982: 105)
[xi] Sobre su introducción en tierras de Castilla, una breve recensión en Valdeón (1994: 60-61), López (1954: 3-11) y García Sanz (1988: 227-254). En relación con las tierras de Albarracín: Clemente (1985)
[xii] Ap. Documental
[xiii] Libro de Cuentas de la Comunidad, 1468, fol. 73v
[xiv] Latorre (2001: 21-24). En página 24 reproduce la regulación de dicha ins- titución en las Ordinaciones de la Comunidad de 1696.
[xv] Máximo Diago Hernando ha demostrado que los hijos de Mari Díaz de Molina, herederos del linaje Garcés de Marcilla, se encontraban entre los grandes propietarios de rebaños en tierras molinesas (Diago, 1992: 133, nota17)
[xvi] AHPT, Sección 14/7, fols. 13-15
[xvii] Interviene como testigo Joan Steve, mercader florentín. (1422, agosto, 8).
[xviii] AHPT, Sección 13/3, fols. 172-175
[xix] A.M.Gea, Sección III-1, núm. 12, fol. 10v. Vid. Sesma (1982: 47)
[xx] A.M.Gea, Sección III-1, núm. 10, fol. 85
[xxi] Martín Hernández, clérigo de Noguera, redacta su testamento el 10 de abril de 1507. Entre varias donaciones a las ermitas de la aldea y a Santa María de Royuela, prescribe que se entregue a Juan Pérez Climent de Villar del Cobo un ducado de oro por la lana del diezmo y patrocina la construc- ción de un retablo dedicado a la virgen del Rosel (A.M.Gea, Sección III-1,
22, ff. 24-27v).
[xxii] Fray Martín de Rodilla ministro del monasterio de la Santa Trinidad de Daroca (1506, noviembre, 26).
[xxiii] Francisco Rodilla, pelaire de Valencia, vende a Gil Ximénez de Torres, menor, 12 arrobas de lana a 12 ss. a devolver en el plazo de un mes (1474, noviembre, 15. A.M.Gea, Sección III-2, 62, f. 6v).
[xxiv] ARV, Protocolo núm. 2415, V. Saera. Ap. Documental Cruselles (1996)
[xxv] Braem Ferrero, Mahomat de Vera, Famet el Dalia, Mahomat de Ricle, Braem y Mahomat Caçun, Alí padre Yuce, Famet Ricle, Hayet de Liria, Cahat Cahet.
[xxvi] Comerciantes compraventa lana de Albarracín: Juan Catalán, 1422, Lope Ximénez de Heredia, 1430, Juan de Sandalinas, 1501, Mateo Sánchez de Cutanda, 1501, Juan de Rodilla, 1506. Miembros de la judería de Albarracín en contrataciones de lana: Mose Somer, 1456, Culema de La Portiella, 1456, Farón Barabón, 1456, 1459, Simuel Trobado de La Portiella, 1456, Pastor de La Portiella, 1457. De procedencia de tierras turolenses: Madona Remona de Rodas, esposa de Sancho Pelegrín, escudero, 1415, Gonzalo Ruiz, escudero, 1456, Juan Martínez de Santángel, 1492, Juan Martínez de Marcilla, escudero, 1492, Luch Gregorio, 1501, Pedro García, 1506. Otras procedencias: Alvaro Bezeril, mercader de Cuenca, 1501, Pedro Serra, Bar- celona, 1370
[xxvii] Enrique Cruselles lo resalta entre los operadores valencianos.
[xxviii] Los Santángel representados por Luis de Santángel fue uno de los linajes de mayor proyección del comercio aragonés de la época (Sesma, 2005: 923 y 925), (Villanueva, 2005: 193). Identificamos en 1475 a su procurador Farón Matot en tierras de Albarracín (Libro de Cuentas de la Comunidad, 1475, fol. 256)
[xxix] 1501, abril, 28. A.M.Gea, Sección III-1, núm. 10, fols. 37-38 y 59-59v.
[xxx] Teruel, 1502, agosto, 29. Ibidem, núm. 13, fol. 75
[xxxi] AHPT, Sección 13/3, fol. 283. Enrique Cruselles los destaca entre la élite de los comerciantes. Vid. Cruselles (1996: 112)
[xxxii] A.M.Gea, Sección III-2, núm. 62, fol. 4
[xxxiii] Algunas familias conversas representan durante el siglo XV a lo más gra- nado del capitalismo del Reino: Climent, Cavallería, Santángel, Santa María, Bardaxí… (Sesma,1982: 17 y 35)
[xxxiv] A.M.Gea, Sección III-1, 7, ff. 35-35v.
[xxxv] De procedencia de tierras de Valencia: Francho Serraver —1410—, Jaime Giner —1415—, Antoni Guillen y Joan del Peral de Segorbe —1425—, Francés Frayre de Segorbe —1430—, Antón Fontana de Liria —1447—, Binem de Villarreal —1447— Diego de Villarreal —1445—, Pedro Balaguer —1447,1448—, Andreu Albert —1447—, Francisco Rodilla, pelaire, —1474—, Jaime Morell —1477—, Fernando de Villarreal —1477, 1478—, Lope Rodríguez —1492—, Andreu Ortis —1499, 1501—, Pere Andreu Ferrández, pelaire de Segorbe, procurador de Catalina Ramo, su esposa, —1501—, Luis y Gaspar Morell a través de su procurador Miguel Sivrano —1505—
[xxxvi] Pere Servent aparece citado entre los grandes comerciantes de lana zarago- zanos de mitad del siglo xv por Lozano (2005: 123, nota 10)
[xxxvii] Antonio Contarini (1476), Pietro Contarini, capitán de galera (1481, 1497), Troyo Contarini (1486): (Igual, 1998: 197). Enrique Cruselles (1996: 108) identifica a Mario Conterini (1414)
[xxxviii] Martín de Torres, Juan Pérez de la Morena y Ferrán Jiménez, pelaires de Albarracín, realizan contactos comerciales en 1511 con los corredores Pedro San Juan y Martín García, aunque en este caso se trata de suministrar paños (Desportes, 1999: 266, nota 21)
[xxxix] Desconocemos la posible relación de los Santa Cruz asentados en Albarracín con sus homólogos de Soria dedicados a la exportación de lanas (Diago, 2000: 486).
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