El pasado sábado homenajeamos a nuestro querido amigo y compañero José Manuel Vilar Pacheco, recientemente fallecido en su casa de Bronchales, en ese municipio que él tanto amó.
Al acto acudieron todos sus amigos, tanto de Valencia donde él residía, como también de la Sierra de Albarracín, donde disfrutaba desde niño visitándola siempre que sus tareas se lo permitían.
En los locales del Ayuntamiento y en la sala donde José Manuel nos deleitó ofreciéndonos conferencias sobre diversos temas a lo largo de estos años, se leyeron diferentes escritos laudatorios sobre su persona. Resaltando de forma unánime, su amistad verdadera y su siempre disposición a la hora de colaborar desinteresadamente con cualquier serrano que se lo propusiera.
Todos coincidimos en que la gran pérdida afectará, sin ninguna duda, al marchamo de excelencia en calidad cultural alcanzada de la Sierra de Albarracín.(1)
A continuación reproducimos los textos de los discursos pronunciados en el mencionado acto público.
TEXTO DE JULIO VERDEGUER

Buenas tardes a todos.
Gracias por estar aquí, porque el simple hecho de estar aquí, debe ser sin duda motivado porque, al menos algo os importaba la persona que hoy homenajeamos.
Esta es una de esas tareas las cuales no quieres hacer nunca, os podéis figurar. La vida a veces te tiene preparadas pruebas para superar, que no sabes como actuar, como pensar. No sabes como cogerlas. Si tuviera que decir lo que siento, no sabría decir si rabia, enfado, impotencia, indignación… seguramente una mezcla de todo. La visión del pasado sábado en su casa, todavía es imborrable para mí y seguro que para Carmen también.
Como no sé por dónde empezar, empezaré por el principio.
A Jose Manuel Vilar Pacheco me lo presentó un amigo en común. Juan Manuel Berges Sánchez, fraternal amigo donde los hubiera desde la juventud, con el que también la vida quiso hacerme otra de sus malditas pruebas.
Era una noche de agosto, en la que nos fuimos a cenar los tres para una tarea del CECAL, institución la cual dirigía, magistralmente yo diría, Juan Manuel.
Con ese padrino, ¿que podría salir mal?
Yo me abrí a él. Conectamos a la primera. Vi en su persona un tipo tímido, a la vez que erudito en su materia, el lenguaje, el doctor de palabras como a veces le llamaba yo entre risas. Y enseguida (entre comillas) lo “incluímos” en la pandilla.
No os creáis que no nos costó. Había que estirar de él para sacarlo de su cueva, como yo le decía, para meterme un poco con él. Pero bueno, no pasó mucho tiempo hasta que ya no hubo que estirar mucho. Mi amigo Juan seguro que lo puede atestiguar.
Transcurría el tiempo y hubo más reuniones de amigos, almuerzos, cenas, comidas con la familia, y/o amigos, en las que, si no venía “Pacheco”, como le llamaban nuestras mujeres, era como si faltara alguien.
Hubo también colaboraciones conjuntas. Como cuando digitalizamos los libros de las fiestas de Bronchales, que era una tarea que yo quería hacer desde hacía unos años, se lo comenté y colaboró desde el minuto cero…yo diría que lo capitaneó.
Los escritos que necesité hacer, visados fueron por Jose.
Todo este roce, como os podéis figurar fue trabando y espesando, formando una bonita, honesta y sincera amistad. La casualidad quiso además que fuera profesor de lengua de mi hija Elisa en el Instituto Serpis en Valencia, lo cual también ayudó a consolidar esta relación.
Las nochebuenas, por ejemplo, eran un motivo de alegría, no sólo para mí porque lo veía tranquilo y relajado, sino también para mi familia, incluida mi madre, que sabedora de lo mal que lo pasó el pobre con el tema de la pandemia, me preguntaba continuamente por él. En esas reuniones reíamos, cenábamos y reíamos, tomábamos un gin tonic…
En esta relación, he de aclarar que tardía, había algo especial. Una confianza ciega por mi parte, y creo que también por la suya. Y he dicho tardía porque no hace tantos años que me lo presentó mi amigo Mamel, como veintitantos. Y he dicho confianza ciega por las vivencias y confesiones que se hacen dos personas con esa clase de confianza. Como antes he comentado, hubo una casi inmediata conexión.
En lo referente a su relación con Bronchales, sólo diré una cosa, parafraseando al gran Joaquín Carbonell en su canción “De Teruel no es cualquiera” que dice:
Si no tienes cerca un manantial,
Si tu patria no tiene luz,
Si las calles muerden al pasear,
Si no puedes llevar tu cruz,
Si el paisaje tuyo es una pensión
Sin domingos y sin pastel,
No te amargues, por una vez
Te dejamos ser de Teruel.
Esto mismo te pasó a ti con esta tierra, que los bronchalinos te dejaron ser de Bronchales, pero no por una vez, sino para siempre y te recordarán sus gentes desde el cariño.
Cualquiera de vosotros, por lo menos muchos, lo conocisteis desde la niñez o adolescencia.
Precisamente por esto último que digo, no os voy a descubrir quién era Jose, o cómo era Jose.
Se ha ido como vivió. De puntillas, tímidamente. Sin hacer ruido, casi pidiendo permiso, aunque para muchos de los que lo conocimos, haya sido esa salida como un estruendo en nuestras vidas.
Una putada Jose. Nos has hecho una putada.
Te recordaré siempre.
Julio Verdeguer
TEXTO DE RAÚL IBÁÑEZ HERVÁS
Muy buenas tardes.
Desde el Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL) como vicepresidente, me gustaría iniciar estas palabras mostrando nuestro agradecimiento a los organizadores de este homenaje, que no son otros que tus amigos. Todos esos que te vamos a echar en falta en diferentes situaciones en las que estabas siempre presente:
En actos formales:
- Semanas culturales de los diferentes municipios que forman la Comarca de la Sierra de Albarracín.
- Conferencias varias por todos los rincones de la geografía serrana.
- Presentaciones de publicaciones, no solo del Centro de Estudios sino también de cualquier persona que te lo pedía.
- Representando al CECAL ante las instituciones municipales, comarcales y de la comunidad. Con los que tuvimos que batallar en numerosas ocasiones sin escudo ni espada.
- También en actos propios de nuestra casa, que es el centro de estudios:
- En las juntas directivas de la asociación, siempre aportando ideas y sensatez, cuando los demás la habíamos perdido.
- En las asambleas. Donde tomamos nota de lo que los socios nos piden que hagamos a lo largo del año, que ellos suelen ver tan fácil y que hay veces que nosotros no sabemos cómo afrontar.
- Preocupándote de que el estandarte de nuestra asociación, que estuviste cuidando desde el primer momento de su nacimiento y que la entendías como tuya, no desfalleciera por la inactividad de una sierra en la que cada vez hay menos gente y en la que conseguir un compromiso altruista y generoso cuesta muchos esfuerzos. Me refiero a tu “Rehalda”, que todo lo que es hoy en día te lo debe a ti. Cuántas veces nos hacías patente tu preocupación ya que no había artículos para dar contenido a tu revista. Pero que al final, cual mago que saca un conejo de la chistera, eras capaz de crear.
- Auxiliándonos en la revisión de los textos que mandamos a publicar o enviamos a otros especialistas para su calificación. No hubo una vez que nos dijeras que no nos ayudabas. Todavía recuerdo las mañanas y las tardes que pasamos los dos juntos ultimando la estructura del libro de las fuentes… como se le conoce hoy en día y que tuve el honor de finalizar contigo. O sin ir más lejos, la misma semana de tu partida mostrándome gran interés en socorrerme con las correcciones finales de un capítulo de mi tesis, te acuerdas… quedamos para comentarlas el domingo…”EL DOMINGO LO COMENTAMOS” dijiste, esa llamada ya nunca llegó.
Jose, te echamos ya de menos, y te echaremos siempre de menos. Allá donde estés, seguro que estarás encajando palabras que es lo que más te ha gustado hacer en esta vida, con el único objetivo de intentar darle sentido.
Hasta siempre compañero, tus amigos del CECAL.
Raúl Ibáñez Hervás Vicepresidente del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín.
TEXTO DE JORGE HERNÁNDEZ PERONA
Buenas tardes, yo conocí a José Manuel a través de mi madre por el cariño que le tenía a la biblioteca de Bronchales.
Fue por esta amistad por la que me ayudó cuando me tocó recuperar lengua en bachiller.
Era una persona discreta, pero con la que siempre podías contar para que te revisara cualquier escrito. En mi caso, me he quedado con una deuda por pagar de unas cuantas cervezas que el maldito bicho no nos permitió disfrutar.
Durante los años que hemos estado en el ayuntamiento siempre nos ayudaba revisando los programas de fiestas, el pago por esos servicios era que le diéramos varios ejemplares de estos.
El año en el que fue pregonero de nuestra localidad, fue también el primero en el que me tocó presentarlo. La anécdota fue que tras la comida en el pajar, un poco más y no llegamos a dar el comienzo de las esperadas fiestas. A José Manuel se le escapó el gato mientras se tomaba un whisky y me fui a descansar un rato. Lo que provocó que Isabel se estresara un poco más. Hasta ahí la anécdota pues al final, como en el teatro, todo salió bien.
Para finalizar, me gustaría anunciar que por parte nuestra, vamos a poner una moción para que la biblioteca San Roque de la localidad, pase a llamarse Biblioteca José Manuel Vilar Pacheco.
Jorge Hernández Perona
TEXTO DE SU GRUPO DE AMIGAS Y AMIGOS DE VALENCIA
José Manuel Vilar Pacheco era una persona sencilla a la que nunca vimos presumir, ni querer ser el centro de atención.
Así, cuando nos regalaba y dedicaba uno de sus libros de palabras que tanto cuidaba, daba la impresión de que el regalo se lo hacíamos nosotros a él por aceptarlo, y en realidad era el mejor regalo que una persona como Jose te podía hacer.
Al no presumir Jose, decidí presumir yo, pero de él. Por eso, cada vez que conozco a una persona que comenta ser de Aragón, y no digamos si encima conoce su Bronchales, le hablo de nuestro amigo el filólogo que tanto cuida las palabras y de su relación con Aragón.
Hace poco, vino un nuevo compañero al trabajo que aunque vivía en Valencia desde hacía tiempo era de Teruel. Le hablé de nuestro amigo y por haberme causado una buena impresión, que con el tiempo pude confirmar, pensé en hacerle un obsequio que considero de mucho valor, su libro «Callejero de la Sierra de Albarracin». Por eso, acordé con Jose que me daría un ejemplar dedicado para mi compañero cuando mejorase lo de la Covid. Por desgracia no ha podido ser.
La calidad de nuestras vidas depende en mucho del tipo de personas de las que nos rodeamos. Por eso, la vida de sus amigos/as de Valencia ha sido en gran parte mejor gracias a su amistad.
José Manuel, quisiste pasar por nuestras vidas casi de puntillas, pero nos has dejado una huella muy profunda.
Un abrazo AMIGO.
Tu grupo de amigas y amigos de Valencia.
CONTRIBUCIÓN DE CARMEN PERONA: POEMA DE J. M. VILAR

CRÉDITOS
(1) El texto introductorio es de Raúl Hervás
(2) Las fotografías de José Manuel Vilar son del Julio Verdeguer
(3) La imagen del poema es de Carmen Perona