VILLAR DEL COBO
Verde Teruel | Nº 23 Año 2013

A Villar del Cobo se puede llegar, entre otras rutas alternativas, desde Teruel-Cella a Orihuela y Griegos o bien desde Teruel-Albarracín a Trama castilla. Los últimos tramos de estos trayectos son espectaculares: la hoz del río Búcar y la del Guadalaviar. También se puede acceder desde Cuenca por el puerto del Cubillo y el nacimiento del Tajo.
Las carreteras que hoy llevan a Villar del Cobo se encajonan entre hoces y pinares. Antaño, cuando los caminos de herradura eran las vías principales que unían los pueblos de esta tierra, la visión que se ofrecía al caminante era bien distinta, pues éste, viniera de donde viniera, se enfrentaba a una primera vista dominante desde las alturas próximas a la población. Sólo esa manera de verla nos puede dar una idea del significado de su nombre aun a riesgo de forzar las etimologías: el de lugar recogido, entre montañas, que a buen seguro se revelaría como lugar propicio para guardar y cobijar el ganado. Hay que detenerse a observar ese panorama. Se hace preciso alcanzar alguna de las cotas próximas que lo rodean (La Calzada, El Ejido, La Virgen, La Lobera, Las Peñas, La Dehesilla…) y detenerse por un momento a apreciar el conjunto: las casas, mayoritariamente orientadas al sur, frente a una zona de terreno cultivable y de lo que antiguamente fueron eras. Puestos a buscar más significados, cabría apuntar también al torreón circular de fortalezas antiguas, un cubo que sobresaldría en una de sus alturas como vestigio de asentamientos de época ibérica en las cercanías (Calzada y Morrón Redondo), con trazas de fosos y murallas. Nada hay seguro al respecto, ciertamente, pero en todo caso volveríamos a encontrarnos con esa perspectiva alto-bajo, montaña-valle, como elementos predominantes de su configuración.
Villar del Cobo, sin embargo, es un lugar de origen medieval surgido hacia el siglo XIII, (y con ese nombre al menos desde 1447). Enclavado en lo que fue el señorío conquistado por los Azagra, formó y forma parte de la histórica Comunidad de Albarracín, siendo cabecera de sesma –división territorial habitual de dichas comunidades–, a la que pertenecieron también Tramacastilla, Noguera, Guadalaviar y Griegos. Al amparo del concejo de Albarracín fue obteniendo término propio diferenciado. La base agrícola y ganadera sobre la que giraba la actividad de aquellos primeros pobladores hacía necesaria la concesión de dehesas y montes donde pudiera pacer y resguardarse el ganado, aspecto fundamental de la economía serrana.
Todavía hoy los ganaderos de ovino intentan sobrevivir a las circunstancias cambiantes de los mercados y aunque quedan algunos que practican la trashumancia, ésta ya no se hace al modo tradicional.
La arquitectura
El caserío de Villar del Cobo se articuló en sus primeras etapas en torno a dos casonas de importantes familias. Una de ellas pasaría a ser ocupada como sede del ayuntamiento con posterioridad a 1506, pues hasta entonces el concejo se reunía en el cementerio de la iglesia. En ese edificio, muy desvirtuado, pueden distinguirse los arcos goticistas, aunque han desaparecido otros elementos como los arquillos del piso superior propios de la arquitectura aragonesa. La otra casa se sitúa unas calles más arriba. Sin embargo, es otra mansión, la Casa Grande, la que destaca como ejemplo de arquitectura doméstica y donde además puede observarse el trabajo del hierro en el ejemplo de sus rejas. La Casa Grande, de la que hoy sólo queda en su forma antigua la mitad del edificio, debió construirse hacia el siglo XVII. Perteneció, ente otras familias de prósperos ganaderos, a los Fernández Rajo en el siglo XVIII y posteriormente a los Muñoz.

Merece la pena pasear por las calles e ir descubriendo, aunque escasas, antiguas construcciones, ejemplos de arquitectura popular, con modestos blasones y rejas de hierro típicas de la zona. Las más próximas al río todavía conservan sus fachadas y decoración típica.
Todavía podemos encontrar interesantes muestras del hierro forjado en la rejería exterior de ciertas casas. La más espectacular es, sin duda, la correspondiente a la llamada Casa Grande, donde destacan sus detalles florales y sus volutas. Dos de esas rejas contienen información grabada sobre su construcción. Situada en la fachada este, una de ellas reza: “ANNO 1624”. Otra, en la fachada sur, nos indica su autor: “1630. DIEGO GOMEZ DE AZANON ME FIZO”.
Algunas rejas de otras casas contienen figuras de serpientes, como símbolo de protección
LOCALIZACION DE SERVICIOS
Villar del Cobo se sitúa en la zona suroccidental de la provincia de Teruel, en la Sierra de Albarracín. Enclavado en un pequeño valle en el que confluyen las aguas de los ríos Guadalaviar y Búcar, a una altitud de 1419 m.s.n.m. Se encuentra a 67 km. de la capital (Teruel-AlbarracínTramacastilla). Tiene una población de 217 habitantes (2009). Cuenta con un consultorio médico y una farmacia. Hay bares y un par de tiendas. El visitante puede también pasar unos días alojado en alguna de las casas rurales existentes. En un extenso pinar se encuentra la zona de acampada de la Dehesilla.
El agua
El agua es otro de los elementos característicos del conjunto urbano y sus aledaños. Aprecie el visitante que allá por donde pasee podrá encontrarse con una fuentecilla (la de la plaza, la Hontanica, la de la Salud, la de la Virgen…), que año tras año, sequía a sequía, se resisten a dejar de manar. Afortunados vecinos durante la época veraniega. Y, por supuesto, cada cual con sus preferencias: que si ésta es la mejor, que si esta otra es más suave, que si va bien para el mal de piedra…

Y si de agua hablamos, hay que mencionar de nuevo el río Guadalaviar, el que llega a Teruel y desemboca en Valencia con el nombre de Turia. Por su régimen característico sufre la sequía de verano, aunque tormentas localizadas pueden llenar su cauce rápidamente. Recientemente las márgenes del río, en el tramo que discurre por la población, han sido restauradas y adecuadas para realizar un pequeño paseo. También es zona de paseos la carretera hacia Tramacastilla paralela al río donde podremos apreciar indicios del antiguo azud que proporcionaba agua al molino cuyos restos están situados unos metros más abajo.
La naturaleza que se respira por los cuatro costados permite apreciar diferentes estampas de barrancos, prados, ríos, rebaños y un abanico de mariposas y pájaros donde expertos y no expertos pueden disfrutar del entorno que nos ofrece Villar del Cobo.
Paisajes y paseos
En el entorno cercano a la población todavía pueden verse las parcelas dedicadas a pequeños huertos situados en los márgenes del río o de tímidos arroyos. Cercanas al caserío existen algunas eras, hoy olvidadas de su primitiva función y muchas de ellas convertidas en terreno urbano o dedicadas a servicios comunitarios.
Sin embargo, son dehesas, cañadas y montes los elementos paisajísticos principales. Los otros dos son, como hemos señalado al principio, los relativos al modelado kárstico y definidos en las hoces del río Guadalaviar y las dolinas.

Se hace preciso darse un paseo hasta ellos. Los llamaremos paseos, mejor que rutas y excursiones, pues se trata de un ir y volver antes de que el sol o el frío rabien. No se necesitan grandes preparativos y son adecuados para todo tipo de caminantes (aunque como están bien comunicados por carretera, también es posible desplazarse en coche).
Fuente Coveta, Casas de Búcar, ermita de la Magdalena. Fuente Coveta se encuentra a unos 3 kms. de Villar del Cobo. Se llega por la carretera que va a Guadalaviar y Griegos, paralela al río Búcar que se encajona entre lomas que rezuman agua formando tímidos manantiales como la llamada Fuente de las gotas. Fuera de la época de estiaje, las aguas del río salvan pequeños desniveles que lo hacen especialmente atractivo como en el llamado chorrero grande; en tiempo de invierno no es raro encontrar el hielo colgando de las paredes.
Fuente Coveta es la zona donde se ubica el manantial de su mismo nombre, en la dehesa cercana a las Casas de Búcar y la ermita de la Magdalena. Su nombre no tiene que ver con cueva ni con Cobo y sí con paraje amojonado y cerrado, guardado como corresponde a una dehesa boyal, zona de pasto para el ganado mayor, para vacas, caballos y mulos fundamentalmente. También es zona de esparcimiento, con mesas preparadas para comer y pasar una jornada inolvidable.
Las Casas de Búcar o simplemente Búcar fue, junto con Griegos y Guadalaviar, el tercer núcleo de población dependiente de Villar del Cobo hasta el siglo XVII. Aunque en la documentación medieval de 1379 se le denomina El Villar de la Fuente Coveta, no cabe duda de que su otro nombre tiene sugerentes reminiscencias árabes y cidianas, aquellas que señalarían al rey Búcar de Valencia y a su enfrentamiento con el Cid, guerrero éste que, por otra parte, el Cantar y las leyendas se encargan de situar por estos parajes. Así sucede con la del Salto de Pero Gil, donde se narra el suceso que le ocurrió al escudero del guerrero castellano, cuando, huyendo de una partida de moros, logró salvar el estrecho de Barrancohondo con un gran salto de su caballo.
La ermita de la Magdalena fue consagrada en 1483 por el cardenal Bartolomé Martí. Es un edificio extremadamente humilde y debió ser el lugar de culto de aquel primitivo núcleo de población.
También es una buena idea acercarse hasta las dolinas o celadas. Se trata de unidades características del relieve kárstico causadas por la acción del agua al disolver el carbonato cálcico. Son depresiones de forma circular en forma de embudo, de casi 500 metros de diámetro y 100 de profundidad. Se encuentran cercanas a la carretera que va desde las Casas de Búcar a Griegos, aunque también se puede llegar partiendo desde el pueblo, en un tranquilo paseo.
Un poco más alejada, tomando la carretera hacia Frías y luego la dirección hacia el nacimiento del Tajo, atravesando una hermosa zona de pinares, llegaremos a la Cañada del Salz. Se trata de una zona de pasto que bien vale una visita. En cualquier época del año la estampa que se nos presenta es espectacular: espacio amplio de hierba, salpicado de manantiales, entre montes de pinos y pequeñas parcelas agrícolas. En primavera, especialmente si ha sido lluviosa, se forman pequeñas lagunillas que reflejan el intenso azul del cielo. El tiempo de verano permite admirar en algunos momentos del día la inolvidable imagen de los rebaños de ovino contrastando con el verde de los pastos.
Otros lugares que requerirán algo más de planificación son la ineludible visita al Nacimiento del Tajo, situado a unos 11 kms., y a Barrancohondo, siguiendo la zona cercana al lecho del río Guadalaviar, en dirección a Tramacastilla. En los dos casos, el trayecto por sí mismo ya vale tanto o más que el destino.
Fiestas
Fiestas patronales. Dedicadas a l santos Justo y Pastor, se celebran del 1 a 4 de julio. El día 3 es el “día del toro” (aunque a veces se busca que coincida con un sábado o domingo) y el 4 el “día de la carne”. Junto con la solemne misa en honor de la Virgen celebrada en la ermita del Rosario, se trata de dos aspectos que se revelan fundamentales. Previamente a la novillada de la tarde, el encierro que acuden las gentes de la contornada es lo mas vistoso y llamativo. De buena mañana, los mozos y las mozas piden la torta” casa por casa recogiendo cuantas viandas y bebidas les ofrecen los vecinos, para acudir luego al encuentro de los astados que llegan desde la ganadería y almorzar en un momento de descanso. La entrada de los toros dirigida por numerosos jinetes es el momento de riesgo para todos y el más esperado. Por otro lado, como sucede en otros tantos pueblos, las comidas de hermandad juegan también un papel importante. Se come la carne guisada de los novillos o las vaquillas que se han toreado previamente, cocinada por los propios lugareños.
Otras que se celebran son las denominadas fiestas de agosto, de carácter muy familiar e indicativas del número de personas oriundas del lugar que tienen aquí una segunda residencia y donde de nuevo las comidas populares con los gazpachos, típica comida de esta zona que admite gran variedad de formas de elaboración sobre la base de las sollapas (pan sin levadura) y que ofrecen la oportunidad de degustarlos entre los colaboradores y participantes. También la de Todos los Santos parece que vuelve a resurgir.
La Malena. Es la fiesta en honor de Santa María Magdalena que se celebra el 22 de julio en la ermita del mismo nombre, situada en las Casas de Búcar junto a la dehesa de la Fuente Coveta, a unos tres kilómetros del pueblo. Es una fiesta de romería, donde las gentes suben a compartir una jornada en un paraje excepcional de prados, altos pinos y arroyo cantarín. Los mozos organizan una comida de hermandad a escote. La música, a cargo de la charanga contratada, ameniza el día. Al final de la tarde, se vuelve al pueblo con alegría y ganas de continuar con la fiesta.
Tradiciones
Además de las peculiaridades que podemos encontrar en cada festejo, hay que resaltar tres momentos a lo largo del año. Los mayos, tan arraigados en toda la Sierra de Albarracín, también tienen aquí su melodía diferenciada para cantarle a las mozas su belleza la noche del treinta de abril. Ligadas a la anterior, la de las enramadas de San Juan es una tradición que sigue conservándose. Se adorna la fuente con ramas de chopo y se engalanan las ventanas de las mayas correspondientes. Durante la Semana Santa, el Domingo de Resurrección tiene lugar la procesión del Encuentro, acto muy extendido también por toda la geografía española. Los hombres por una ruta, llevando a Jesús, y las mujeres por otra, llevando a la Virgen, entonan cánticos para anunciar la resurrección y quitar el velo negro del luto a María. De entre los juegos tiene especial aceptación el de la morra, de origen romano y que es típico en la sierra. Villar del Cobo ha mantenido una tradición muy extendida también en territorios italianos que en el pasado formaron parte de la Corona de Aragón, como Nápoles, Sicilia o Cerdeña. Se trata de un juego que debió llegar a estas tierras con los tercios italianos que acamparon por la zona. En concreto, 850 soldados del tercio de Nápoles estuvieron alojados por diversos lugares de la comunidad durante varios meses de 1645.
Trashumancia o pastoreo
La extensión y la calidad de los pastos de esta población ha propiciado una importante actividad económica centrada fundamentalmente en el ganado ovino. La trashumancia a tierras de Andalucía, Murcia y Valencia ya no se hace de la forma tradicional y es escaso el número de ganaderos que la realiza. El ganado estante de ovino y caprino nos permite apreciar estampas de animales pastando en los aledaños del pueblo.
La arquitectura religiosa
La arquitectura religiosa tiene su máximo exponente en la iglesia parroquial, recientemente restaurada y bien declarada de interés cultural. Bajo la advocación de los santos mártires Justo y Pastor, fue construida a fines del siglo XVI, si bien su espléndida torre, obra del maestro cantero santanderino Alonso Barrio de Ajo, data de 1604. Su nave está cubierta de crucería estrellada. En su cara sur llama la atención el reloj de sol labrado en la piedra. Sobresale su restaurado pórtico y, por supuesto, su interior. Contiene, entre otras, tablas del gótico internacional que represen tan a San Sebastián, el Cal vario, San Jorge y San Blas, datadas en torno al siglo XV. El retablo mayor es del siglo XVIII y está pendiente de restauración.

Villar del Cobo tuvo varias ermitas (San Sebastián, San Roque, la Concepción), pero hoy sólo se mantienen en pie la de la Magdalena (en el paraje de Búcar) y la dedicada a la Virgen del Rosario. De esta última hay constancia documental al menos desde principios del siglo XVI. Está situada en una de las alturas que rodean el pueblo. No duden en subir hasta ella, pues el entorno en el que se ubica es especialmente agradable. Una vez allí, se hace preciso tomar asiento y observar buena parte del conjunto urbano. La ermita de la Magdalena, situada en un enclave único merece comentario aparte.
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