Un nuevo artículo de senderismo y naturaleza de Juan Manuel Berges Sánchez sobre un paraje semi desconocido situado entre los municipios de Terriente y Toril y Masegoso que fue publicado en el número 23 de la revista Rehalda del CECAL en el año 2015.
PAISAJES DESCONOCIDOS DE LA SIERRA DE ALBARRACÍN:
De la cueva el Tejo a la fuente las Estacas
Juan Manuel Berges Sánchez
Este artículo quiero dedicarlo de forma muy especial a Serafín Barrera García (recientemente fallecido) y a su esposa Gregoria Pérez Domingo, vecinos de El Villarejo.
Aquel encuentro casual que tuvimos a mediodía el 4 de octubre de 2013, cobijados en el todoterreno bajo una intensa lluvia que nos sirvió de cómplice para que juntos alargáramos la conversación, me permitió disfrutar no sólo de la humanidad de Serafín sino de los profundos conocimientos ganaderos que atesora.
Él fue quien me enseñó los encantos del entorno de la Cueva el Tejo.
Hace ya un tiempo, corría el año 2007, publiqué un artículo en la Red Natural de Aragón (Sierra de Albarracín), bajo el título «De los Chermanetes a la fuente Las Estacas». La cañada real de la Venta donde puse de relieve los valores etnográficos, históricos y paisajísticos de esta vía pecuaria. Unos años después la ruta que propongo al lector se puede considerar una adenda de la misma.
La superficie del relieve de la Sierra de Albarracín soporta una gran erosión, sobre todo en terrenos calizos que son más vulnerables a la acción del agua y del viento. De ello se nos ofreció cumplida cuenta en un excelente monográfico publicado por el CECAL en 2010, que recopiló los trabajos impartidos hasta 2007 en Albarracín en los Cursos de Geografía Física, por profesores de los Departamentos de Geografía y Ordenación del Territorio y de Ciencias de la Tierra de la universidad de Zaragoza[1].
Dentro de la red fluvial de nuestro territorio destacan dos escenarios con una personalidad propia, más aún cuando sólo podemos disfrutar del agreste paisaje que modelan los ríos que aquí nacen, en un pequeño recorrido que se reduce apenas a la zona de cabecera.
Son de sobra conocidas la espectacular cascada de Calomarde (Río Blanco) y el impresionante salto del molino San Pedro (río Cabriel), que además tienen la particularidad de estar situados muy próximos a la red viaria lo que facilita su visita al viajero.
En nuestro propósito por desvelar rincones singulares desconocidos para la mayoría del público, le propongo al lector algunos lugares que no están situados en los cursos fluviales. Se localizan en profundos barrancos que durante episodios de lluvias y nieves sufren la acción erosiva del empuje imparable de las aguas encajadas a través de estrechos barrancos, que se precipitan en algunos casos desde varias decenas de metros de altura. Los iremos viendo en sucesivos episodios.
Se trata de cascadas que no son permanentes, donde el agua sólo aflora en época de deshielo, durante un largo período de temporal o cuando cae una precipitación importante en un reducido espacio de tiempo. Por ello hay que extremar las precauciones en estos espacios, aun cuando la lluvia haya hecho su aparición días o incluso semanas atrás.
Esta red fluvial intermitente se ha encajado en profundos cañones fluviokársticos cuya base es muy resistente y en algunos de los casos se han creado formaciones de tobas calizas. Otro factor que ha favorecido estos saltos son los numerosos sinclinales y plegamientos colgados que presentan una cornisa rocosa resistente a la erosión, roquedos, farallones, lo que ha originado que el agua se haga paso a diferentes niveles de altura.
LA CUEVA EL TEJO
Cueva del Tejo | El Villarejo (Terriente)
Está situada en un paraje inhóspito. El mejor itinerario nos aproxima saliendo desde El Villarejo por el camino que se dirige a El Navazo. Unos metros antes de llegar a esta cañada en bajada nos desviamos a la derecha hasta donde muere el camino unos cien metros más delante de la paridera de Deogracias. Desde esta zona ya nos hacemos una idea del esplendor del paisaje que se nos ofrece. Se respira todavía el aire puro de una Sierra todavía virgen. Nos situamos justo encima donde confluyen el barranco de Hoyos Quemados y la rambla del Villarejo.
Desde esta posición, en un pequeño collado que precede al puntal, a nuestra derecha se divisa a lo lejos el corral de la Peguera, situado más arriba de donde se abrazan el barranco de La Colmena con el de Hoyos Quemados. Unos metros más abajo las aguas tienen que salvar un desnivel de más de 30 metros de altura sobre el firme de una plataforma rocosa, que a duras penas ha sido erosionada por el efecto de las aguas intermitentes.
Para acceder podemos bajar por el lado derecho, que no recomendamos por varias razones: no hay senda, presenta un elevado desnivel y además abundan lajas de piedra sueltas inestables que dificultan la aproximación y se corre un riesgo de accidente innecesario. Aunque antes de bajar desde este lugar privilegiado podemos apreciar sin premura la correcta localización de la Cueva el Tejo.
Aconsejamos bajar por el lado izquierdo bordeando el puntal del roquedo donde enseguida localizamos el corral del Colorado, así llamado porque se construyó con piedra rojiza. Pegados a las formaciones rocosas, muy curiosas por los pequeños huecos horadados en la roca por efecto de la erosión, pasamos al lado de varios apriscos pastoriles muy deteriorados hasta llegar al estrecho que precede al fondo la Cueva El Tejo, tras pasar por medio de los restos de dos corrales adosados, que nos sirve para salvar el desnivel de la rambla situada a nuestra izquierda. Los doscientos metros que restan hasta el fondo del barranco son sinuosos, salvando pequeños desniveles, subidas y bajadas sin dificultad hasta llegar a la Cueva El Tejo.
Peñasco de la cueva El Tejo
Su nombre tal vez deriva de la abundancia de tejos en esta zona en épocas pasadas. Llegados a este punto de llegada una charca precede al corral que se construyó debajo del salto, aprovechando la profunda oquedad interior que ha originado la erosión de las aguas que se precipitan. Se trata de dos corrales (de Desiderio y Ángel Barrera) con entrada lateral izquierda que servían para acoger más de un centenar de reses. El muro exterior es recto, mide aprox. unos 15 metros, con una profundidad máxima de cinco con forma interior de herradura.
En las paredes de las rocas se aprecian colores ocres y oscuros producto de la acción erosiva del agua. Al frente apreciamos otro aprisco (de Tomás Barrera) labrado en la roca en forma de galería al lado de una pequeña brecha vertical. Se mantiene el muro exterior en forma de V con dos ventanales entre el muro y el techo. La entrada es lateral, por su lado derecho.
El muro es muy elevado y pronunciado, en talud, donde la vegetación se ha instalado por falta de ramoneo, siendo muy penoso su acceso por la elevada inclinación que presenta y porque brotan abundantes plantas con espinos. Es increíble cómo se construyó este aprisco porque apenas da cobijo a una docena de cabras. Probablemente también tuvo función de refugio para el pastor.
Al frente se observa la verdadera dimensión del salto de agua, que será todo un espectáculo visual cuando por sus muros se precipite de forma violenta el agua por la cascada vertical provocada por fuertes lluvias y deshielos. A ambas partes del salto se sitúan dos morrones como testigos de la originaria formación rocosa. Se trata de una extensa toba que ha estado sometida a una constante acción erosiva del agua, donde se entremezclan raíces, musgos, hiedra y formaciones arenosas.
Una especie de chimenea se localiza en el centro, en la parte inferior, originada por este proceso. Los animales utilizan la superficie interior como lecho y refugio porque está protegida de la caída del agua. Esta zona es muy húmeda por lo cual los ganados se trasladarían a este espacio desde la primavera hasta el otoño, fundamentalmente el cabrío porque aquí brotan ramas y arbustos espinosos con gran profusión.
DE LA CUEVA EL TEJO A LA FUENTE LAS ESTACAS
Ya de vuelta podemos apreciar varios apriscos pastoriles localizados a la margen derecha del barranco adosados sobre la base de los salientes rocosos. Una vez llegados donde convergen los dos barrancos podemos girar a la derecha en dirección al río Cabriel siguiendo la rambla del Villarejo. Podemos ir por el cauce rambla abajo donde estaremos sometidos a la incomodidad de una abundante vegetación: espinos, sargas, zarzas, endrinos, escalambrujos… donde también abunda la ajedrea, el cantueso y el majuelo. O bien con sumo cuidado a media ladera donde localizamos dos interesantes apriscos. Al frente se aprecia la majestuosidad de la inmensa mole de Peña Blanca.
Otra opción es seguir el barranco del Villarejo en dirección contraria. Atravesaremos una zona que en su día estaba aterrazada para proteger los cultivos, con tramos que aún conservan el trazado de la calzada de piedra y con muros bien dispuestos a lo largo del cauce aprovechando los espacios laterales que dejan libres los meandros del riachuelo, donde aún se aprecian abundantes árboles frutales en dirección a la fuente las Estacas.
En la confluencia del arroyo que baja de la Portera del Agua con el barranco se localizan varias cerradas, una de ellas muy interesante, la cerrada del tío Cristino de La Canaleja. Tiene forma de triángulo irregular y está protegida por un muro de piedra de más de metro y medio de altura. Aquí se cultivan patatas, verduras y en un rincón en su parte inferior hay árboles frutales. El agua de riego entra a través de una tajadera, donde está dispuesto una especie de gayolo de uso múltiple: para guardar enseres, refugio, puesto de vigilancia y caza…
Una vez pasado el barranco del Horcajo, en un serpenteante recodo del riachuelo se distinguen sobre la base de las cornisas de los roquedos interesantes corrales de ganado individuales (del tío Rubito, del tío Celestino, del tío Marcelo) muy similares todos en su estructura (entrada lateral y tres muros de piedra exteriores formando un rectángulo aprovechando la pared del roquedo como muro interior). Uno de ellos, el del tío Quico García, cierra de forma inteligente con su muro exterior la oquedad de un saliente rocoso y el espacio entre el muro y la roca sirve de portera de entrada. Esta zona se denomina Las Covatillas.
Alcanzamos más adelante Las Corralizas donde confluye el agua de Cañada Martínez, del Prado de San Juan y de la fuente del Obispo. Se trata de pequeñas cerradas con muros de piedra poco elevados que se cultivaban y servían para que el ganado pastorease el forraje. A los lados de la rambla se conservan buenos muros que impiden la acción erosiva de las avenidas por el barranco.
Es una buena zona para descansar al lado de sus choperas. A partir de aquí el horizonte se despeja, aparecen espacios más amplios, sembrados, atravesamos el camino que une El Villarejo con Masegoso y a través de la senda que nos aproxima a la fuente las Estacas, nuestro lugar de destino, pasamos por Las Cuevas, un conjunto interesante de apriscos adosados protegidos del viento del norte por la espalda del roquedo de la margen izquierda.
La Sierra de Albarracín todavía nos depara afortunadamente paraísos por descubrir. El itinerario que enlaza la fuente de Las Estacas y la Cueva el Tejo o viceversa es uno de ellos. Sin duda les sorprenderá. No lo duden. Eso sí, extremen las precauciones y saboreen un paisaje virgen y desconocido.
UNA PROPUESTA
Desde el CECAL vamos a proponer a la Comarca de la Sierra de Albarracín que se habilite esta ruta por los múltiples atractivos que ofrece. Nos depara un paisaje humanizado, donde todavía no se aprecia una intervención irracional de sus aprovechamientos agrícolas. Ha sido ingente el trabajo desarrollado a lo largo de los tiempos para transformar en fértiles cultivos agrícolas el reducido espacio que se dispone al lado de las pequeñas corrientes de agua que por aquí discurren. Terrazas, muros de contención, sendas habilitadas como calzadas de piedra…
La vegetación es singular por el aporte permanente de humedad y por la diferencia de temperatura que existe entre la parte baja y las cejas que presentan en ocasiones un desnivel próximo a los doscientos metros. La orografía es agreste por el intenso proceso erosivo al que se han sometido las entalladuras del fondo de los barrancos. Además se conservan interesantes elementos de etnografía pastoril que nos ayudan a comprender las interrogantes que plantea el minifundismo pastoril. Plantas de porte arbóreo y arbustivo se conjugan a diferentes niveles y la primera impresión de la Cueva el Tejo al menos a mí todavía no deja de sorprenderme.
Todos los ingredientes se conjugan en este itinerario: turismo cultural, senderismo puro, turismo activo, para proponer una ruta turística atractiva que añadir a las iniciativas que recientemente se han hecho realidad (los estrechos del rio Blanco en Calomarde y las rutas circulares de senderos en El Vallecillo). Os propondremos en capítulos sucesivos otras más. Porque, seamos humildes, no conocemos en profundidad las entrañas de nuestra Sierra de Albarracín.
[1] Las formas del relieve de la Sierra de Albarracín, (José Luis Peña Monné, Miguel Sánchez Fabre y María Victoria Lozano Tena, coordinadores), CECAL, colección Estudios, 7, (Teruel, 2010).
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