CECAL

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Una década sin Alberto

3 comentarios

De vuelta a nuestra querida Sierra a pasar unos días veraniegos de reencuentro con familiares, amigos, senderos, aire puro, aromas vegetales, sonidos naturales, noches estrelladas y fresquitas…, ¡Qué relajación, qué alegría, qué gozo, qué recuerdos!

Y entre esos recuerdos, esta mañana al despertar me ha asaltado este: mi añorado amigo oriolano Alberto Villén, compañero de la Junta Directiva de CECAL. Compañero de fatigas y alegrías y como decía Miguel Hernández en la Elegía a su amigo Ramón Sijé, «compañero del alma, compañero»…

…y ya hace nada menos que 10 años que nos dijo «adiós para siempre», o tal vez solo un «hasta luego, compañero». Ojalá que sea esto último lo que acontezca porque echo mucho de menos nuestras charras, tus sabias reflexiones, tus historias, tus consejos, tus cálidos abrazos de despedida…

«A las aladas almas de las rosas
Del almendro de nata te requiero
Que tenemos que hablar de muchas cosas
Compañero del alma, compañero«

Hoy, querido amigo, quiero rememorar tu figura y obra, ―y compartirla con todos los serranos como tú― con un magistral texto. Me refiero a una entrevista biográfica que te hizo tu amigo Manuel Pascual Guillén en 2003 incluida en su libro «Hijos de La Sierra». Aquí lo dejo (por hoy).

«Primero fue la estrella, para rescatar del frío los campos que se asientan al pie del pico Caimodorro. Después el hombre, para llenar el vacío que sólo habita el viento enroscado entre las cumbres desnudas de la Sierra. Orihuela del Tremedal se levantó sobre los rescoldos del culto a lo eterno intentando descifrar la enigmática abstracción metafísica que ejerce la luna sobre el carácter de los serranos.

                Otra vez, Orihuela, aquí me tienes. Recorro tus caminos buscando en la paz de tu pinar la corona de la sabiduría. Vengo a sentarme en la mesa de la amistad y con esa alegría cito una frase escrita en «Bardo» por Carlos Sahagún: «Hoy más que nunca es barro nuestro nombre, arcilla fiel que nos sujeta a un muro de soledad«. La mesa la sirve Alberto Villén Pinilla, nacido en Orihuela en octubre de 1947. La sangre de Alberto puede con la cita y corre por todos los caminos de La Sierra. Veo que se pone alegre con nuestra conversación y adivino que mantiene vivos los candiles de su inocencia.

―No puedo negarme a tu petición, pero sabes que no me gusta figurar como protagonista. Son muchos años de amistad y confío en ti. Además, eres capaz de sacar la esencia de cada uno, manejas dos planos fundidos en una sola acción. En el superficial cuentas la historia de unos personajes. Y en el más profundo reflejas una filosofía de vida.
Creo que todos «somos pueblo» y tú me acercas más a La Sierra. Ahora veo a la juventud de Orihuela menos contradictoria, más apasionada, más elegante cada día.

                Alberto, promotor del deporte, es de mediana estatura, delgado, nada cargado de espaldas, pese a su trabajo en el comercio, con fuertes entradas en el pelo, gafas, pantalones vaqueros, jersey grueso, y todo en su porte tiene un aire propio, sencillo y exquisito. Rezuma confianza y no cesa en sus aspiraciones para hacer, entre todos, una Sierra más rica y mejor comunicada.

                Con su vivacidad, agudeza y gracia natural da nuevos impulsos a la imaginación. No desoye el realismo ―no podemos renunciar a la realidad―, pero se muestra atento a la voz interna, a su mundo inquieto, exaltado, un torbellino en que la bondad se ha instalado como deseo de amor.

―Sí, he cambiado, porque la vida enseña. Soy más abierto y cuento más cosas. Antes era tímido, algo receloso. Creo que el hombre camina hacia su verdadera soledad, camina hacia donde está la esperanza. Busca la luz intacta bajo el fantasma del dolor, que permanece puro.
He sufrido tres momentos muy duros: la muerte de mi cuñado Francisco Montón, el accidente de mi hijo, al volver de la Vaquilla en 1995, y mi separación matrimonial.

                Ya sé que hay una hora, un minuto, donde asoma el paraíso. Es la hora del latido, de la música que se desata en el alma, de los sueños de patria y vientos, del frío que nos deja cautivos frente a frente, en el sendero del amor. Sí, el amor elige su camino y es fantasía. Escribir es buscar una nueva línea en el horizonte del amor, siempre más allá, sugestiva, fascinante. Es perseguir la creación de un mundo sobre el propio mundo, de ahí que Alberto quiera volverlo razonable y habitable, humano. Si lees sus colaboraciones en el Diario de Teruel o en la Revista de Fiestas te darás cuenta que es fiel a los compromisos humanos y políticos, que destila humanidad, que busca la belleza.

―¿Virtudes? Belleza y bondad. La belleza es la acumulación de alegrías, superando dolores. Y más vale ser bueno que malo, porque cuando se es bueno se es más auténtico y generoso.

                Alberto nació en la calle del Patio. Su madre, Silvina, lo dejaba encerrado en casa para cuidar de su hermana Consuelo, tres años menor, pero Alberto se escapaba por el «argollón» ―por la gatera― y asombraba a los vecinos que por allí pasaban. A los ocho años la familia se trasladaba a Valencia y allí estarán hasta que cumplió los quince. Ignacio, su padre, era carpintero y regentaba un negocio de venta al por menor. Estudió el Bachillerato superior en Carcagente y vuelve al pueblo a los veinte años. Cumple el servicio militar en Teruel y después encamina sus pasos hasta Mataró. Con su primo y amigo Eusebio Aparicio se dedica, como promotor, a la construcción. Cuando llegó la crisis del 78 deciden volver a la tierra y aún hacen trabajos, como el Ayuntamiento de Alcoroches.

                En 1972 se casó con Maribel Montón y pronto nacieron Oscar y Sergio. La pareja se hizo cargo de la tienda de su cuñada Celia y en el negocio sigue, aunque ahora se haya cambiado de acera y ocupe un espacio mayor. Desempeña el cargo de «Presidente de la Asociación de Empresarios Turísticos de la Sierra Albarracín» (AETSA), y está a la caza y captura de los fondos europeos de LEADER 2 y LEADER PLUS, para el que incorporan a otros pueblos (Cella, Villarquemado, Santa Eulalia, Celadas,…) porque tienen que rebasar los diez mil habitantes de población.

―Compaginar el día a día de un negocio que atiendes directamente, las tareas de un cargo público o político y la vida familiar es difícil. Pero los caminos de la supervivencia te llevan a ocupar puestos. No puedes quedarte al margen, exigir pero no hacer, debemos luchar juntos por los proyectos que den vida a La Sierra. Generando confianza se pueden corregir los errores, la desidia del pasado.

                Intenso, jovial, reflexivo, audaz en las soluciones, plantea una y otra vez los senderos de La Sierra con una elegancia, una brillantez, un humor y un desgarro que no tienen igual en otros hombres de esta tierra. Alberto tiene un aura positiva, como el descrito por T. Lobsang en El tercer ojo. La gente tiene auras, perfiles de color que rodean el cuerpo, y ateniéndose a la intensidad de estos colores, quienes dominan ese arte pueden deducir la salud, la integridad y estado general de evolución de esa persona. A decir verdad, nuestro amigo abunda en amabilidad, simpatía, optimismo, fidelidad a los compromisos y espíritu solidario.

―En el período que fui alcalde de Orihuela, desde el 91 al 95, por el PAR, intentaba ser más sensato, conjugar la alegría y la lucidez para no caer en el sentimiento pesimista con que los turolenses solemos abordar la realidad de la tierra. Te repito que tengo más fe en la juventud y en las gentes pacíficas que no se resignan.

                Esos años es Diputado Provincial y desempeña funciones políticas, como la Delegación de Deportes y la Presidencia de la Comisión de Sanidad. En Orihuela promueve el Pabellón Polideportivo, el Centro Cultural, el encauzamiento del río y el Punto Médico de Atención Continuada (P.A.C.). Sus desvelos por el desarrollo de actividades deportivas se ven compensados con el equipo de fútbol «Unión Sport», del que surgió el jugador Bugeda, y el equipo de atletismo, que participaba brillantemente todos los cursos en el «Campeonato Escolar de Aragón». En esta disciplina su descubrimiento más importante fue la campeona de cross Raquel Cavero. Tampoco se puede olvidar el auge del fútbol sala femenino (tres finales del campeonato de Aragón) y los jugadores de frontón.

                Alberto es ese mago que intuye la realidad y la convierte en ilusión que ofrecer a los otros. Lleva un zurrón de sol en la mirada y todo el entusiasmo a punto, despierto. «Los jóvenes necesitan aire y buscan huecos. Debemos comprender que debemos dejarles hacer, dejarles tomar sus propias decisiones«. Fiel a un estilo, a unas maneras, a un afán de luchar por La Sierra en la noble y austera tarea que debe inspirar equilibrio, sosiego, mesura.

                Nos pasamos la vida intentando descubrir los contornos de la geografía del alma y el credo fundamental se basa en la voluntad. Alberto aplica su voluntad al trabajo, a su tierra, porque está convencido de caminar en el terreno de la verdad. «La fuerza surge de los errores, del dolor«. Yo añado que no basta con la buena voluntad, no basta la fuerza de la rebeldía. Es necesario inventar nuevas ocasiones para rebelarse. Si queremos algo, debemos creer que somos capaces de todo. Y llegados a este punto mencionamos los versos de Rudyard Kipling:

Si puedes llenar el minuto inolvidable
con los sesenta segundos que lo recorren,
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita,
y, lo que es más, serás Hombre, hijo.

                Que nos sirva de ejemplo, Alberto, y no descanses. Sigue recorriendo La Sierra por todos los caminos, pero no dejes nunca el de la primavera. Orihuela emociona porque no hay estética comparable a la suya. Cada calle ama y vive la belleza como un principio existencial. Serranos y pintores somos todos los que nos emocionamos cuando vivimos otra vez la atmósfera de la armonía.

                ¿Qué voy a pedirte, si tú ya lo tienes todo? Te pediré luz de mayo y buscarás por los rincones de la tienda hasta encontrar un rayo. O acaso encuentres latidos tiernos abiertos por el eco de un nuevo amor. Por ese camino irás a la avenida del hombre que nos queda en la vieja soledad del corazón.

                Vive esas mañanas claras de Orihuela, recién levantadas, que dan su generoso pecho a los hombres que crecen en el azul frío de la primera estrella. Sé fiel a ese impulso de claridad de cada día porque él te llevará por el sendero de la verdad más humana.»

Alberto Villén Pinilla (Orihuela 1947-2014)

[i] PASCUAL GUILLEN, M. (2003),  «Hijos de la Sierra: Retratos de la Sierra de Albarracín», Edita: Libros Certeza, Zaragoza.

Y para terminar…

…un homenaje con la música que él tanto amaba y los dibujos que hacía mientras cuidaba el Santuario del Tremedal

CRÉDITOS DEL VÍDEO

  • La Mazurca de Orihuela es obra de Covadonga Galeote y Rosa Báguena.
  • La interpretación musical es de la Agrupación Laudística de Orihuela del Tremedal.
  • Los dibujos incluidos en el video están tomados de su libro «TINTAS Y TINTES. Desde El Tremedal»
  • El montaje del video es de Manuel Matas
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Autor: Manuel Matas

Miembro de la Junta Directiva de CECAL

3 pensamientos en “Una década sin Alberto

  1. Pingback: Una década sin Alberto « Orihuela del Tremedal

  2. Avatar de Oskar

    Gracias por acordarte de Alberto… y por hacerlo de una manera tan bella y sentida.

    Su filosofía de vida y su ejemplo sigue entre nosotros.

    ¡¡¡Un fuerte Abrazo, Manuel!!!

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