Un nuevo artículo de Juan Manuel Berges en colaboración con Jaime Lahoz, alias Drakis, publicado en Rehalda # 9 en 2009. Esta vez, Juan Manuel, además de sus eruditas referencias históricas ―empezando con impresionante estudio etimológico de la denominación «Caimodorro»―, nos descubre otras dos de sus grandes pasiones: el senderismo y la naturaleza. Materias éstas en las se apoya en los profundos conocimientos de la Sierra, de su flora y de su fauna de su amigo y gran fotógrafo Drakis para regalarnos un magnífico trabajo que nos instruye y transporta a uno de los más bonitos e interesantes rincones de la Sierra de Albarracín, conocido como el macizo del Tremedal.
Como colofón al artículo, y a modo de homenaje, incluimos un álbum fotográfico de Jaime Lahoz, haciendo referencia a los parajes, flora y fauna descritos en el artículo.
Paisajes de nuestra Sierra: El Caimodorro
Juan Manuel Berges Sánchez y Jaime Lahoz Vicario (Drakis)
Nombre emblemático, así se apellida la cima más alta de la Sierra de Albarracín. Sus 1.935 metros de altitud han soportado las embestidas de sucesivas civilizaciones. En la cultura ibérica se designa “cabezo” a las cimas y altos. Por este motivo en el Bajo Aragón se prodiga este topónimo.
La influencia vascongada también nos ha dejado algún resquicio de su cultura. De la misma manera que Motos (Matos) significa alto, así Modorra se le llama al tronco del árbol despojado de su ramaje, trasmochado.
Dormir como un tronco, con sueño pesado, produce somnolencia, mareo, modorra. Síntomas parecidos a los que simula el ganado cuando sufre la enfermedad de la modorra provocada por exceso de sangre.
Los musulmanes pronto rindieron pleitesía a esta montaña emblemática. Del masculino al femenino. Intentaron dominarla poniéndole de apellido un antropónimo representativo de la nobleza árabe Mutàrrif (Mutarra, Mudarra) que significa “hijo de madre más noble que el padre”. Nombre de leyenda, protagonista de romances medievales. Como aquel Mudarra González que vengó la muerte de los 7 Infantes de Lara o el cristiano Mudarra que prestó a Mio Cid su espada para combatir a los moros.
Ya en las últimas centurias medievales se cristianiza este paraje. Localizamos Cabeza Modorra en la mojonación de Albarracín-Molina de 1407. En consonancia con otras cimas del entorno (Cabeza Las Pilas, La Cabezuela, Cabeza Moro, Cabeza Negrosilla, Cabezacolosa,…). Mientras, otros puntos elevados adoptan otras combinaciones precedidas por Cerro, Alto, Peña, Muela…
La sabiduría popular siempre ha adaptado los nombres a una pronunciación sencilla para dar fluidez al lenguaje, a la comunicación verbal. De esta manera observamos como los Libros de Contribución de los siglos XVIII/XIX identifican Cabeza Modorra de forma abreviada: Cabizmodorro, en consonancia con otros parajes como La Cubizquierda, Las Vizallanas (tal vez Cabeza o Vista Llana), Bezialapeña (Vizalapeña, tal vez Cabeza la Peña, – Cabezalapeña, (Ca)bezialapeña-, vista o hacia la Peña).
En cualquier caso El Caimodorro ha sido una referencia en la orografía. Aunque visible desde cualquier punto de la Sierra de Albarracín se mantiene oculto entre la vegetación. La niebla y la nieve han sido sus fieles aliadas para mostrarse desafiante a quienes lo desean poseer. A pesar de ser una cima accesible debemos ser cautos cuando pretendamos hacer cima porque esa aparente mínima dificultad puede sorprendernos por ser un terreno abrupto, con firme inestable con abundancia de casquijo y piedras sueltas.
Acostumbrados a saborear el paisaje cuando conquistamos la cima de una montaña, El Caimodorro no nos facilitará esas sensaciones porque desde el alto no se nos ofrecen referencias para poder orientarnos, antes bien, en cualquier momento podemos perder la dirección de todo punto cardinal. Como si nos contagiase la modorra del momento tras el último esfuerzo.
Señorial y altivo, El Caimodorro siempre se ha mostrado lejano y próximo, vulnerable e inaccesible, independiente y solidario. A lo largo de la historia ha inspirado un profundo respeto a los serranos, quizás lastrado por ese apellido brusco que soporta. Y aún así en el horizonte siempre nos atrae su magia y poderío. A pesar de su carácter fronterizo, más que separar ha sido uno de los ejes de unión de ambos reinos, Castilla y Aragón. Porque todos lo desean y nadie lo posee.

Caimodorro desde Sierra Alta
Aunque El Caimodorro es el techo de la Sierra de Albarracín, no existe un sendero bien señalado que nos lleve hasta la misma cima. Ésta que vamos a explicar podría ser una de las rutas de ascenso más utilizadas y a la vez más atractivas, no sólo para hacer cumbre, sino también para conocer y disfrutar todo su entorno; que hacen del duro esfuerzo de la subida, todo un deleite de naturaleza en estado puro.
La ruta nace del mismo pantano de Orihuela, al que accederemos por carretera asfaltada, en un desvío de la carretera que une Orihuela con Orea, a escasos 500 metros del pueblo. En seguida llegamos al mencionado pantano, que será punto de partida de la ruta y lugar donde dejar los coches. Seguiremos la carretera, ahora convertida en pista forestal, que en seguida, y tras cruzar el río Gallo, nos adentra en el valle conocido como Garganta Avellanos, nacedero y cuna de los primeros metros del mencionado río, que muchos kilómetros aguas abajo será un aporte importante del río Tajo.
Estos primeros metros de andadura nos resume en un vistazo la morfología de la parte alta de la Sierra de Albarracín, compuesta principalmente por un relieve muy suavizado, sin grandes desniveles entre las cumbres y los valles y un extenso bosque de pinar, entremezclado en las zonas más favorables con algunas especies caducifolias y dejando paso, en las ricas riberas de los arroyos, al aprovechamiento agrícola en forma de pequeños campos de cultivo, cerealista en su mayoría.
Una vez entrados en Garganta Avellanos, el bosque nos abraza y nos marca un desnivel continuo pero suave que nos llevará hasta la misma falda de El Caimodorro. La tranquila fuente del Tío Mantecas con su refugio recién construido nos desviará de la pista forestal y nos marcará un sendero mucho más sinuoso y atractivo junto al río Gallo.
Preciosa la espesura que nos brinda el bosque. Pero más atractivo aún el estrecho sendero junto al juvenil río, que de orilla en orilla y atravesando artesanos puentes nos va salvando el desnivel poco a poco. Aquí el bosque es casi monoespecífico de Pino Albar (Pinus sylvestris), salpicados en las laderas favorables por el Rebollo (Quercus pyrenaica), un roble de hoja caduca que pone una nota de color a la monotonía del Pinar.
En los recodos más frescos y junto al arroyo de forma salpicada podemos encontrar escaramujos, majuelos o sauces, que a medida que se gana en altitud van desapareciendo. El sotobosque en primavera es un hervidero de flores e insectos, la dulce fresa silvestre, ranúnculos, orquídeas, violetas o salvias por nombrar algunas, ofrecen un tupido y colorido tapiz. Y de flor en flor, las mariposas más variadas, con su función polinizante, ofrecen al entomólogo un verdadero paraíso.
El ascenso junto al río es interesante en cualquier época del año, pues el otoño nos proporcionará una paleta de colores invisible en otra época y el invierno un marco incomparable sobre el manto blanco de la nieve.
Finalmente el río se va bifurcando en pequeños arroyos que acaban por nacer casi todos ellos un gran río de piedra. Estos ríos de piedras son el resultado de la acción del hielo sobre las rocas cuarcitas en épocas periglaciares y la acumulación de éstas en el fondo de los valles. Bajo ellas, se puede oír perfectamente el remor del agua nacedera.
Llegados a este punto, nuestra ruta se complica ya que aumenta de manera considerable el desnivel hasta la cumbre de El Caimodorro y desaparece casi por completo el sendero que veníamos siguiendo junto al río Gallo. A la izquierda podemos acercarnos al refugio de La Portera (1.750 mts.). Varios paneles interpretativos nos informan sobre la naturaleza del entorno, mientras un mirador de madera nos permite escuchar camuflados el atrayente sonido de la berrea del ciervo en el otoño.
Regresamos a nuestra ruta principal. Deberemos rodear el río de piedra por la derecha, según subimos, y mantener ese desvío ladera arriba en dirección a la cumbre de El Caimodorro. Ya que no hay un camino prefijado, conviene mantener siempre una dirección constante hacia la parte más alta de la ladera y poco a poco entre los pocos claros del bosque vislumbrar la parte más alta y poner rumbo a ella.
Ya cercanos a la cumbre encontraremos nuevamente zonas de pequeños ríos de piedra y un bosque un poco más aclarado, lo que nos facilitará llegar hasta el punto más alto de la montaña.
Una vez arriba un vértice geodésico nos anuncia la cumbre de El Caimodorro y muy cercano a éste un “buzón” en una rama de un pino nos esconderá un estupendo libro donde plasmar nuestras experiencias.
Hay que alejarse un poco de este vértice, para buscar algún claro en el pinar y poder disfrutar de las vistas que ofrece la zona más elevada de la Sierra de Albarracín.
Fácilmente en todo el recorrido se puede sorprender a los ciervos o los corzos que degustan estos espesos bosques como un auténtico lujo de protección y tranquilidad. Así pues conviene ir atentos a cualquier movimiento inesperado en el camino. Pequeños pajarillos como los carboneros, herrerillos, pinzones y trepadores serán segura compañía en nuestras andanzas, y siendo más observador, podremos sorprender a los pájaros carpinteros, arrendajos o cucos, que también se mueven por estos bosques.
Tras el merecido descanso, la bajada no reviste dificultad, poniendo siempre empeño en dejarnos caer hacia el valle por el que subimos y enseguida daremos con el río Gallo que aguas abajo nos llevará por los pasos ya andados, de nuevo al punto de partida.
FICHA RESUMEN
Duración: 4 horas ida y vuelta.
Desnivel: 450 m:
Cotas: Pantano (1.474m. ), Río de piedra (1.651m.), cumbre del Caimodorro (1.935m.)
Época recomendada: Cualquiera a excepción del invierno
Otras recomendaciones: cartografía de la zona o GPS
Áreas de descanso: refugios de La fuente el tío Mantecas y La Portera
REFERENCIA
Juan Manuel Berges Sánchez y Jaime Lahoz Vicario, Fotografía: Jaime Lahoz Vicario “Drakis”, «Paisajes de nuestra Sierra: El Caimodorro», REHALDA, 9, CECAL 2009
ÁLBUM FOTOGRÁFICO DE JAIME LA HOZ, DRAKIS**
Para verlas en tamaño más grande y en modalidad carrusel pinche sobre alguna de ellas.
- Pantano e Orihuela
- Caimodorro
- Pantano de Orihuela
- Caimodorro desde la Garganta de Avellanos
- Bosque de Pino Albar
- Collado de la Portera
- Mirador de la Portera
- Refugio de la Portera
- Vista desde el Mirador de la Portera
- Cima del Caimodorro
- Buzón de mensajes (cima Caimodorro)
- Río Gallo
- Cascada del río Gallo
- Contraste: Rios de Piedra, Helechos, Robles
- Rebollar en Otoño
- Ajo de Lobo
- Acebo (Illex aquilofolium)
- hipocromías o albinismos en la genética de las orquideas: Dactylorhiza fuchsii
- Chaparreras (Hepática Nobilis)
- Orquidea Dactylorhiza maculata
- Polygala calcarea
- Ciervo
- Corzo
- Cervatillo
- Ciervo
- Culebra Lisa Europea
- Conejo
- Cormoranes grandes (Phlacrocorax carbo)
- Buitre
- Buitre
- Piquituerto (Loxia Curvirosta)
- Esfinge o Picaflor Macroglossum Estellatarum
- Pito Real (Picus Viridis)
- Bisbita Campestre
- Cabonero Común
- Lagarto Ocelado (Timon Lepidus)
- Lagarto Ocelado
- Mellicta phoebe
- Aporia crataegi
- Polyommatus icarus
- Parnassius apollo
- Narcissus Eugeniae
- Mariposa sobre Orchis cazorlensis
**Estas fotos son todas del blog de Drakis y no estabán inluidas en el artículo.
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