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Pregón de Fiestas 2009

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Reproducimos a continuación el pregón de fiestas patronales de Bronchales pronunciado el 14 de Agosto de 2009 por Juan Manuel Berges y publicado en el Programa de fiestas de 2010.

Pregón de Fiestas Patronales de Bronchales 2009

Juan Manuel Berges Sánchez

Excelentísimo señor alcalde de Bronchales, señores concejales, autoridades, vecinos, visitantes, ami-gas, amigos, reinas y damas, muy buenas noches.

En primer lugar agradezco a José Manuel Vilar que como buen amigo haya ensalzado mis virtudes, que como veis son muy escasas, pero que ha sabido maquillar con el don de la palabra para acreditar mi presencia ante este notable auditorio.

En este ambiente luminoso que proyectan y contagian los rayos de ilusión de nuestras reinas en esta emblemática plaza de la Sopeta, se cierra un ciclo para mi familia que se inició hoy hace 30 años cuando mi esposa María Jesús subió a este mismo escenario para formar parte de la corte de honor del año

1979. Aun tengo frescos los recuerdos entrañables que se agolpan desde hace 4 años cuando mi hija Maria tuvo el honor de ser la reina de las fiestas. Hoy, Baldomero, y la Corporación que presides, habéis tenido la gentileza de que los dos varones concurriéramos juntos.

Por un lado mi hijo Borja, quinto del año pasado, quien algo de culpa tendrá para que hoy nos acompañen aquí estas cinco bellezas, mientras a mi me habéis reservado el privilegio y la responsabilidad de ser el heraldo de estas prometedoras fiestas de 2009. Difícil misión, por lo que intentaré emular la palabra fluida que allá por el siglo XVIII desplegó el eminente poeta bronchalense Blas Barquero.

Personalmente agradeceré siempre tu llamada, Baldomero, a sabiendas de que mi presencia aquí se debe más a lo que simbólicamente pueda representar que a mis propios reconocimientos personales. Soy consciente que este pueblo me ha dado más de lo que yo le haya podido corresponder.

No te agradeceré tanto las ausencias que me va a exigir el protocolo, porque algún copioso almuerzo me perderé con mis entrañables amigos de la peña El Mirador.

A vosotros, como público expectante, no os voy a hablar de historia, pero sí de pequeñas estampas que adornan el poso del pasado que he compartido con vosotros. Tampoco voy a dejar de ponderar las señas de identidad que atesoráis y hacer una pequeña reflexión sobre algunos matices de las fiestas de la Asunción y San Roque.

Me vais a permitir que me arrogue el privilegio de representar y homenajear a esos matrimonios, amigos míos, que han traspasado, algunos, el umbral de los 50 años, fruto de aquellos encuentros en esa casa de citas que fue la discoteca. Marcelo, Marchena, Leoncio, José Manuel, Antonio, el recordado Manolo, Domingo, Félix, Julio, todos acabaron seducidos por María Josefa, Dorita, María Dolores, Consuelo, Isabel, Mari Carmen, Rosario, Pili y Asun. Incluidos mis cuñados Juan y Pilar. Este tuvo más mérito porque tuvo el valor de venir en Vespa desde Barcelona.

Eran otros tiempos. Las relaciones sociales eran muy distintas. Para ir a por la novia tenías que llevar dos avales tan acreditados como Manolo, el polaca, e Isabel.

No había apenas coches y dependias de la reserva de plaza. El retorno a veces se tornaba en una odisea si se cumplían o no las expectativas de la jornada. Si el conductor había discutido con la novia la vuelta era mero trámite. En caso contrario para el reloj no existían horas.           

Soportábamos el rigor invernal como algo natural. Si no cómo se explican mis subidas en la «chirriana» de Marcelino desde Teruel, un vehículo de alta tecnología cuyos faros se apagaban o parpadeaban en la tiniebla a su antojo y cuya calefacción se reducía al frio helador que se metía traicioneramente por las múltiples rendijas de su capó. Era todo un prototipo de chatarra.

Se agolpan vagos recuerdos de estudiante en Teruel. Vivencias emotivas con Crispín, Vicente el del Español, Marcelino y nuestro querido Paco que ya nos dejó, compañero de habitación, a quien llamábamos cariñosamente Petit. Era todo un modelo de orden y pulcritud. Las idas y venidas a Orihuela con Carlos, José Antonio, Salvador y Vicente el Niño, quien nos acompaña aún vivo en el recuerdo. ¡Qué relaciones tan cordiales las de aquellos años!.

Me asombro cuando hablan ahora de las nevadas de este pasado invierno. Aquellas de entonces sí que eran auténticos tascazos, hielos siberianos, ventiscas cegadoras. Alguno que aquí veis tuvo en una ocasión que volver a pie, nevando, sin más abrigo que una trasparente chaquetilla de escai que no ofrecía ningún obstáculo al viento y al agua con el idóneo complemento de unos zapatos acuáticos. Perdí el billete y no hubo coche de sustitución. Caladico hasta los huesos os prometo que aquel día dormí como los ángeles. El amor también manifiesta sus duras exigencias.

Siempre pensé que algún vínculo del pasado me unía a Bronchales. Una interrogante que obtuvo su respuesta cuando descubrí que un antepasado mío, Julián BERGES, fue el fundador de la masía El Borrocal. Apellido de gente humilde pero emprendedora, jornaleros, tejeros y masoveros. Sencillos campesinos como mi abuelo Eliseo.

Echando cuentas observo que hay nada menos que dieciocho parejas mixtas de Orihuela y Bronchales. Adelaida y Segundo, con sus bodas de oro bien cumplidas son los más veteranos y como tales, los decanos de la que puede considerarse tercera colonia más numerosa de Bronchales. Todo ello fruto de unas relaciones cordiales entre pueblos hermanos que propició el culto compartido a la virgen del Tremedal y unas relaciones institucionales modélicas según se desprende del acuerdo suscrito en 1831 para contratar a los facultativos: médico, boticario, albeitar o veterinario.

Siempre he apreciado los valores de las gentes de Bronchales que, si me permitís la licencia, siempre vi reflejados en mis suegros Isidoro, de grato y entrañable recuerdo, y Rufina.

Emprendedores suicidas. Una vaca prestada fue su primer capital.

Trabajadores incansables. El puerto de San Glorio, aquí en San Roque que no en León, es fiel testimonio de las reiteradas atascadas de la Citroën dos caballos con las pesadas cántaras de leche.

La nobleza, la humildad, su cordialidad, acogida y hospitalidad. Siempre su mesa estaba dispuesta para compartir con nuevos comensales.

Y esta reflexión me ha sugerido destacar el papel que ha desempeñado Bronchales como crisol de culturas gracias a su espíritu aperturista. Quizás no haya población en todo nuestro país, donde hayan cristalizado unas relaciones culturales tan heterogéneas como la valenciana y la de este rincón de la Sierra. Bronchales siempre fue la llave de entrada a una comarca orgullosa de su pasado pero anclada en sus tradiciones. Vosotros con vuestro carácter permeable, abierto, hospitalario, habéis filtrado los mejores valores de quienes os han visitado. Y así ha florecido a lo largo de varias décadas una convivencia ejemplar, modélica diría yo, que se condensa en un himno propio. Su partitura, sus sones, han ido componiéndose como resultado de esa intima relación mantenida con la colonia valenciana a lo largo de la última centuria. Un obsequio que la historia nunca silenciará y que otros deberían plagiar.

Como buenos hijos de Bronchales mis suegros han cultivado la obstinación, la tozudez, su fe en los proyectos que iniciaban: la granja, la fábrica de queso…

No es habitual en los tiempos que corren ver a todo un pueblo volcado, solidario, que pasea con orgullo su nombre allí donde se le representa. Aun se acuerdan las peñas zaragocistas de la ferviente acogida que tuvieron en nuestro pueblo. O quienes han disputado la carrera ciclista en BTT de la Sierra de Albarracín. Y es que la improvisación aquí no existe. Todo está meditado.

Aun está grabada en la mente de muchos participantes la excelente organización de las Jornadas intercomarcales de Tambores y Bombos. ¿Quién no presume en Bronchales de la pulcritud y sobriedad de los actos de la Pasión de la Semana Santa. La vehemencia de sus procesiones, el pesado Paso del Cristo de la Cruz, las carraclas? Un espectáculo escenificado al anochecer con el colorido de fondo de las túnicas y capirotes entre un piadoso silencio. La Asociación de Tambores y Bombos Santa Bárbara, todo un ejemplo de compromiso tal y como desprende la coordinación de la complejidad de sus toques, nos ha devuelto una tradición incardinada en nuestros más profundos orígenes cristianos. Un regalo difícil de compensar.

Otros colectivos como la asociación cultural «El Endrinal» y la de Amas de Casa han logrado, a través de sus IX ediciones, que la Semana Cultural sea un referente más allá de nuestra comarca. Un proyecto consolidado gracias al tesón de unos pocos, como suele suceder.

Son numerosos perfiles los que ofrece la fiesta. Las fiestas están abonadas al exceso y a lo irracional. Cada cual elige el momento y la situación que más le seduce. Yo siempre he tenido una especial inclinación por el Día del Turista. Cuando todos vamos predispuestos con un tono más solidario, cuando somos más pueblo tirando de la soga confundidos entre el fragor de la multitud, reímos y disfrutamos, los leñadores enseñan la dureza física de los trabajos de antaño, los niños realizan un último esfuerzo para derribar las cucañas. El escenario de una naturaleza virgen se funde con los actos que se celebran para agasajar a nuestros visitantes.

El frondoso jardín de la Fuente el Canto nos debe invitar a pensar que la conservación de nuestro medio natural es tarea de todos. Es un patrimonio que nos han legado intacto nuestros antepasados a través de una explotación racional de los recursos. ¡No esquilmemos el monte, no vaciemos el agua rebosante de las fuentes, no arrasemos con los coches las praderas!. El fuego y el cambio climático nos acechan.

La Asociación de Amigos del Senderismo nos facilita el acceso a lo más profundo de los encantos del paisaje natural. Toda una labor encomiable que año tras año incorpora nuevas vías y acoge a más y más personas comprometidas con el paisaje. Las componentes de la Escuela Taller también elaboraron una guía del patrimonio natural y arquitectónico de nuestro pueblo, señalizaron senderos, recuperaron espacios naturales… todo un deleite para los enamorados de la naturaleza y del turismo cultural.

No todo deben ser parabienes. Un vistazo a nuestro alrededor muestra a las claras como hemos roto el difícil equilibrio que debe existir entre la arquitectura tradicional y la moderna. No todo está perdido si cada uno de nosotros nos sensibilizamos ante la sinrazón. Las sucesivas restauraciones de la iglesia parroquial, de la ermita de San Roque, la ermita de La Jara, el proyecto de rehabilitación del entorno de Santa Bárbara, ese estandarte de nuestro pueblo que aún permanece vivo, el adoquinado de la plaza… son tenues signos que muestran un cambio de inflexión en cuanto a la conservación armónica de nuestro patrimonio.

Y llega la fiesta.

No se pueden entender los encierros sin caballos ni bueyes, no tendría razón de ser el dio de la novilla sin la sinfonía de color de los disfraces, el día de la Sopeta con las cubas de vino vacías, el silencio de la noche quebrantado por el bullicio de las peñas, la banda de música sin cabezudos, la llamada de los actos religiosos sin el tañer de las campanas.

Y hago esta reflexión porque uno no valora suficientemente lo que tiene hasta que deja de tenerlo. Así nos ha pasado estos años cuando no hemos podido disfrutar de la presencia de las reinas. El acto solemne de su proclamación, su juvenil presencia, su belleza. Ya no son iguales las procesiones, los actos institucionales, los festejos taurinos, su ir de aquí para allá al son de la música. Nos invade un vacío profundo, nos sentimos huérfanos.

Hoy todos debemos comprender y respetar el valor que han tenido estas chicas para tomar la decisión de simbolizar al colectivo al que representan. Por ello debemos agasajarlas, vitorearias, piropearias a su paso…

Porque en su fisonomía se refleja el orgullo de un pueblo curtido en sus más recias costumbres, porque en su rostro podemos apreciar el encanto de nuestros valores más profundos, porque en sus ojos se aprecian los destellos de proyectos innovadores.

Su juventud denuncia y garantiza un futuro prometedor para este pueblo, trasparente y fresco como el agua de Bronchales que a través de los siglos ha filtrado nuestros sentimientos más puros.

Raquel, Rocio, Soraya, Violeta, Alba, os agradecemos la decisión firme que habéis tomado y el sacrificio que habéis asumido para enaltecer las fiestas de este año 2009. Pero vuestro esfuerzo será holgadamente recompensado. Sabed que durante toda vuestra vida vais a recordar con nostalgia estos intensos días de vuestro reinado. Porque no hay mayor honor que representar con dignidad a todo un pueblo. Toda la ilusión de Bronchales está depositada en vosotras. Sois el blanco de todas sus miradas. Pero no os preocupéis, el encargo no es tarea difícil. Vuestro destello es suficiente para iluminar nuestro camino.

A mi ya sólo me resta encender la llama de las fiestas con la palabra, de igual forma que hace quinientos años los nuncios pregonaban las fiestas, la feria y el mercado en nuestra tierra, de forma no muy distinta al estilo de mi abuelo Fidel y mi tío Juan, o al de Pepe y Jesús el Cabila, de noble profesión alguaciles. Unas fiestas que eran entronizadas así:

Oid que os hacen a saber:

Por mandamiento de los magníficos señores alcalde, regidores y concejo de Bronchales, que sean estatuidas fiestas en la presente aldea de Bronchales, celebraderas en cada un ano, la cual comienza hoy vísperas de la virgen de la Asunción y dura hasta cinco días después, de tal manera que qualesquiere personas, de qualquiere estado o condición sean, con sus personas puedan ir y estar seguros e ignorancia no sea alegada.

Guárdese quien guardarse quisiera.

Y ahora que el alcalde nos ha dado licencia, gritad conmigo;

¡VIVA BRONCHALES!

¡VIVA LA VIRGEN DE LA ASUNCION!

¡VIVA SAN ROQUE!

SER FELICES

El pregonero: Juan Manuel Berges Sánchez 14/8/2010

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Artículo original del programa de fiestas patronales 2010 en pdf

Autor: Manuel Matas

Miembro de la Junta Directiva de CECAL

2 pensamientos en “Pregón de Fiestas 2009

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